Las fresas, dulces y jugosas, se deshacen en tu boca sin esfuerzo soltando su jugo carmesí. ¿Pero sabías que además de estar deliciosas, son buenas para nosotros? Una taza de fresas tiene unas 43 calorías. Además, contienen fibra, que ayuda a regular los procesos digestivos y a reducir la sensación de hambre. Ayudan a disminuir el nivel de colesterol malo en sangre, gracias a la gran cantidad de ácido ascórbico, lecitina y pectina que contiene el fruto. Sus beneficios son múltiples, desde limpiar los dientes a regular el tránsito intestinal gracias a la gran cantidad de fibra.
Yo vivo en Dinamarca, donde mucha gente viene a trabajar como temporera en la recogida de esta fruta. Lo cierto es que las fresas danesas son una delicia, las mejores que he probado en mi vida. Pero además de por lo sabrosas que son, comer fresas en Dinamarca es algo especial por cómo y dónde se compran.
Cuando empieza la temporada se ven por muchas calles cajas llenas de fresas junto a una bolsita, una hucha o una cajita metálica. Suele haber un cartel que dice "fresas" y el precio; otras veces, las menos, cada uno elige cuánto dinero deja. No hay dependiente.
Esas fresas son la producción de gente que planta en su jardín, las recoge, las reparte en cajas, las deja expuestas todo el día y por la noche pasa a recoger las ganancias. Nadie vigila; no hay necesidad. Pero por si acaso, hay quien decide dejar un cartel como este, que dice: "Robar es perjudicial para tu conciencia" ;)
El precio por bandejita suele rondar las 20-25 DKK, es decir, en torno a los 3 €. No es un precio elevado en Dinamarca y la calidad desde luego lo vale. Una vez hemos dejado el dinero en la caja y hemos elegido nuestra bandeja, si es que no nos las acabamos por el camino, ¿cómo se comen los daneses estas deliciosas fresas?
1. En cuanto llegamos a casa con las fresas, separamos la fresa del pedículo y las hojas verdes, las lavamos y cortamos en mitades y/o cuartos.
2. Las vamos colocando en un cuenco grande. Si queremos, las espolvoreamos con un poco de azúcar. Estas fresas son muy dulces de por sí, pero se espolvorean con azúcar para endulzar la leche, que llega en el siguiente paso.
3. Entonces cada uno se sirve su porción de fresas en un cuenco y sobre éstas vertimos un poco de nata líquida y un poco de leche, cantidades al gusto. Empezamos a comer y, truco de aficionada, si cortamos algún trozo por la mitad con la cuchara, la leche se teñirá y adquirirá aún más sabor ;) ¡Pruébalo en casa!
Las fresas con leche y nata son una de las maneras más sencillas y deliciosas de disfrutar de esta fruta, pero no es la única ni mucho menos. Allá por el año 1900 en Dinamarca, las fresas y otros frutos rojos más vistosos de la cosecha se vendían, mientras que los que no tenían tan buen aspecto (aunque estuvieran igual de buenos), se aprovechaban para elaborar unas gachas caseras que se convertirían en uno de los platos más tradicionales del país: Rødgrød med fløde, que significa gachas rojas con nata. El nombre de este postre veraniego se convirtió en un trabalenguas que los daneses con guasa tratan de enseñar a los extranjeros que visitan el país vikingo. Os dejo también la receta de estas gachas danesas para que la curioseéis e incluso la probéis en casa, no tenéis más que pinchar aquí para verla.
¡Y eso es todo por hoy! Espero que hayáis aprendido algo nuevo y que os animéis a probar las fresas como se disfrutan en Dinamarca.
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Un abrazo
Bergua*