Galardonado con el Premio Especial Gourmand 2005 por su originalidad, No haga zapping, haga la cena es el nuevo libro de la periodista y gastrónoma, Eva Celada. La autora nos propone en este manual, visual y sencillo, 100 menús diferentes, nutritivos y fáciles de preparar, que están listos en sólo 15 minutos. Ideal para nuestro ajetreado ritmo de vida, donde la mayoría carece de tiempo para cocinar, este libro supone una ayuda fundamental para cubrir en la cena las carencias alimenticias que podemos acusar durante el resto de la jornada. Tuvimos el placer de poder conversar con Eva Celada, autora de otros bestsellers gastronómicos como La cocina de la Casa Real, reconocido también con un Gourmand y recomendado por la Academia de Gastronomía Española.
¿Por qué has decidido escribir un libro sobre las cenas, que, en general, tienen mala prensa? Se suele decir que la cena engorda, por ejemplo.
Este libro está especialmente indicado para las personas que no comen en casa, sobre todo para aquellos que viven en grandes ciudades, donde los trayectos entre el hogar, el trabajo o los estudios son muy largos, que comen cualquier cosa a mediodía, un sándwich o un bocadillo porque no tienen tiempo. La idea es que esas personas que no comen bien, al menos cenen lo mejor posible, ofreciéndoles una alternativa para complementar los almuerzos deficientes.En cada uno de los menús hay un apartado titulado "Te interesa saber" donde se detalla qué tipo de cena complementa a cada comida. El objetivo es hacer de la cena un complemento nutricional del resto de la jornada, y para ello he contado con el asesoramiento de la doctora Dolores Cabañas, profesora de Dietética y Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid.
Por otro lado, no comprendo por qué las cenas tienen mala prensa. Debemos comer cinco veces diarias y cenar es una parte importante de ellas. Por eso es absurdo decir que la cena engorda: ésta ha de ser equilibrada en relación con la dieta diaria, no sólo por ella misma. Y también debe depender de la actividad que se vaya a hacer después. No cenar hace que terminemos comiendo como los perros, grandes cantidades una sola vez al día. Además, en épocas de carencias, el organismo responde acumulando reservas, por lo tanto, suprimir la última comida del día no sirve para nada.
Lo que hemos querido hacer con este libro es intentar que la gente disfrute cocinando, sin que pierda mucho tiempo, y que disfrute de la comida al llegar a casa. Pretendemos animar a cocinar. Es bueno comer bien y darse el placer de disfrutar de una cena bonita que nos guste.
Felicidades por el Premio Gourmand que has recibido por este libro, aunque no es el primero que obtienes. ¿Qué se siente al recibir este tipo de reconocimientos?
Siempre está bien eso de recibir premios, sobre todo el Gourmand, que es internacional y lo conceden en Francia, donde no suelen premiar fuera de sus fronteras y menos en temas gastronómicos, donde los franceses tienen un gran peso. Desde luego, es un aliciente para el trabajo. Sin embargo, en España no pasa nada si recibes un galardón importante. Los premios aquí no tienen casi repercusión; de hecho, aunque yo he recibido tres premios consecutivos Gourmand, apenas se me conoce. Me encantaría que hubiera un Premio Planeta para este tipo de cosas, porque hoy por hoy valen para poco.¿Cuál ha sido el proceso de selección que has seguido para elegir los platos y los menús, aparte de los criterios dietéticos que has comentado?
Aparte de temas nutricionales, hemos intentado que los platos se puedan hacer con cosas que tenemos en casa. Muchas veces el enemigo de animarnos a entrar en la cocina lo encontramos en esas recetas rígidas que requieren muchos ingredientes y que llevan mucho tiempo. Aprender a cocinar es una cosa y hacer recetas es otra. Algunas recetas son tan difíciles, que son imposibles. Mi intención ha sido escribir un libro para ayudar a la gente a cocinar usando los elementos de los que disponen y que, con ellos, puedan preparar platos ricos y sabrosos.Antes de ponerme con el libro, fui a la papelería, cogí una sábana grande de papel y la dividí en 100 trozos. En cada uno de ellos introduje un menú, con platos que combinen bien, que se puedan hacer con los alimentos que tenemos en la despensa, que complementen nutricionalmente un almuerzo pobre, y, por supuesto, con platos ricos, que animaran a las personas a meterse en la cocina. Por ejemplo, ¿por qué no en vez de acompañar un filete de lomo con patatas fritas, le ponemos un poco de queso a modo de San Jacobo? Con algo tan sencillo, ya le das un aire nuevo a la carne. Es muy importante evitar repetir ingredientes.
Y, claro, otro criterio básico es que lo que no se puede hacer en 15 minutos o menos, no se ha incluido. Además, explicamos cómo se elaboran los tres platos del menú a la vez, tal y como se hace realmente. Nadie en su casa hace plato por plato, sino que lo prepara todo a la vez. Es importante ofrecer recetas sencillas porque, después del trabajo y de horas metido en el coche o el autobús, nadie quiere ponerse a cocinar algo complicado.
¿Cuáles consideras que son las mayores deficiencias en la alimentación que hoy llevamos?
En el fondo, cada vez usamos menos alimentos; en la forma, estamos dejando de parar para comer. En el primer caso, podemos hablar de que estamos reduciendo la variedad de productos que tomamos, en detrimento sobre todo de verduras y frutas. Por otro lado, una vez a la semana hacemos la gran cena, y a diario comemos pero sin parar de hacer otras cosas: mientras trabajamos, viendo la tele, leyendo... En estos casos, la comida pasa a un segundo plano y qué más da lo que se come. Vivimos en un mundo donde lo urgente no te deja hacer lo importante y no podemos olvidar que comer es muy importante.Muchas veces abusamos de la comida rápida por no tener tiempo suficiente. Pues el bocadillo es una alternativa muy buena de comida rápida. Nos aporta hidratos de carbono sin grasa del pan, y podemos completarlo con proteínas y vegetales. Por ejemplo, un bocadillo de jamón y tomate. Las pizza industrial, por ejemplo, tienen mucha grasa, al igual que otros productos precocinados o preparados. Es un hecho que la gente necesita comer caliente: pues el bocadillo también se puede meter al horno. Cogemos las mitades del pan, le ponemos encima los ingredientes que queramos, un poco de queso por encima, al horno, y ahí tenemos una especie de pizza a la española que además es muy sana.
En los últimos diez años, se ha experimentado un aumento en el consumo de platos preparados. Aunque hemos vivido la democratización del alimento, es decir, todo el mundo tiene acceso a todos los grupos de alimentos (carnes, pescados, marisco), la gente tiene menos tiempo y tira mucho de comidas preparadas, que son nefastas para la salud. Antiguamente los pobres comían mejor que los ricos porque su dieta se basaba en productos frescos y variados y los ricos abusaban de la carne, por ejemplo. Hoy en día, las clases más adineradas han tomado la antigua dieta de los pobres y, al tener más tiempo, disfrutan de una dieta más saludable, mejor cocinada, con productos frescos y variados. La gente más humilde no tiene tiempo y opta por los precocinados, que son pésimos para la salud. Estamos reproduciendo aquí el modelo americano: un excesivo consumo de grasas y colesterol que llevan a la principal causa de muerte en Estados Unidos, la obesidad.
En Estados Unidos, élites intelectuales están promoviendo la cocina en crudo. Preparan platos y recetas, pero todos los alimentos están crudos. Y es que debemos tener en cuenta que, por nuestros trabajos, tan sedentarios, cada vez tenemos menos gasto energético y es conveniente adecuar la dieta a menor ingesta de calorías.
Háblanos de tu trayectoria profesional, ¿cómo llegaste al mundo de la cocina?
Empecé como periodista, en una agencia de prensa, haciendo temas sociales y entrevistas a famosos. De ahí pasé a ser redactora jefe de una revista femenina. Recuerdo que siempre preguntaba a mis entrevistados: ¿qué comes? Siempre tienes mucho interés por lo que te gusta y a mi me encanta comer bien. Poco a poco te vas inclinado a lo que más te interesa y yo me daba cuenta que se aprende mucho de la gente en función de lo que come. Y así, poco a poco, empecé a hacer trabajos para revistas gastronómicas, suplementos, editoriales... Vas entrando en este campo y ahora escribo libros y colaboro en algunos medios de comunicación. Actualmente mi inclinación gastronómica es absoluta.¿Qué opinas del boom culinario? Programas de televisión, coleccionables, apertura de restaurantes... ¿Crees que la gente acabará cansándose?
Posiblemente haya una saturación, un excesivo bombardeo informativo con el tema, y cueste asimilarlo. Pero siempre supe que la gastronomía acabaría ocupando un lugar privilegiado en la vida de la gente. Comer es una actividad muy cotidiana, es salud, es placentero. Comer es uno de los pocos placeres de los que se puede disfrutar hasta el último día de tu vida. Yo creo que, aunque exista cierta saturación, pronto se volverá a un equilibrio. La cocina no es un producto de marketing, es algo vital.No haga zapping, haga la cena está publicado por Belacqva.