Procesiones, nazarenos, incienso, palmas y olivo... Cuando despunta la primavera, la Semana Santa trae días de recogimiento y espiritualidad para los más devotos, pero también ocio y diversión para los que aprovechan las vacaciones de Pascua para salir de la gran ciudad. Sea cual sea la actitud ante estas fechas, todos disfrutaremos, a buen seguro, de las delicias culinarias que hemos heredado de la tradición cuaresmal. La vigilia, que prohibía comer carne, potenció la imaginación de los cocineros para ofrecer otro tipo de platos en los que sí se podía pecar. Es el caso de los dulces tradicionales de Pascua.
Y aunque son muchos los que ya no siguen la norma católica de la Semana Santa, la mayoría de españoles consumirán en grandes cantidades postres de Semana Santa aprovechando las fiestas. Torrijas y pestiños en Madrid y Castilla, roscas y hornazos en Andalucía, flores de sartén en Extremadura, monas en Levante o huevos de chocolate en Cataluña, ya han dejado de ser dulces de una sola región para poder degustarse en toda la geografía española.
Torrijas: de pastelería
En Semana Santa la delicia de pan, huevo, aceite, canela y azúcar todavía se elabora artesanalmente en casa. No obstante, muchas familias optan por degustar este típico dulce comprado de pastelería. Según datos de la Asociación de Empresarios de Pastelería de Madrid, los establecimientos reposteros de la capital venderán este año cerca de tres millones y medio de torrijas, unos 450.000 kilos.Por supuesto, las torrijas tradicionales, de leche o vino, no son patrimonio exclusivo de la Villa y Corte. También se pueden degustar en cualquier otro punto del país y existen variedades reposteras como las que se cubren con crema pastelera o merengue, o las que se mojan en almíbar aderezado con diversos licores. Se venden por un precio que oscila entre los 1,80 y los 2,30 euros.
Los castellanos pestiños se disfrutan desde León hasta Sevilla, ya que su consumo, aunque menos popular que el de las torrijas, está extendido por las dos Castillas y Andalucía. Su elaboración sigue siendo casera, mediante una rica masa, frita y confitada con miel, pero también se pueden encontrar en las pastelerías más añejas.
Monas de Pascua: bizcocho o chocolate
Depende de donde nos encontremos, la mona de Pascua tendrá un sabor y un aspecto diferente. Con este mismo nombre se designa al levantino bizcocho elaborado con azúcar, huevo, aceite y harina, y coronado con un huevo duro, pero también a las esculturas de chocolate que se pueden encontrar en Cataluña. Sin embargo, el origen es el mismo: fueron los maestros reposteros catalanes los que sustituyeron el huevo de gallina por uno de chocolate, hasta transformar todo el postre en espectaculares creaciones elaboradas sólo con cacao.Las monas de Pascua aquí son un auténtico fenómeno social en estas fechas: los pasteleros se afanan por fabricar todo tipo de formas en chocolate, y las más grandes deslumbran en los escaparates como si de museos se tratara. En ellos encontraremos figuras más clásicas y otras más actuales, en las que no faltarán personajes populares, de Disney o deportistas, para goce y disfrute de los más pequeños.
650.000 monas se venderán en la Comunidad Catalana, pero serán muchas más en toda España. Su consumo no está tan extendido por el resto del país, pero su implantación es cada vez mayor. Asimismo, las monas de diseño están muy de moda. Es el caso de las creaciones de la bombonería Xocoa: huevos de chocolate que los niños pueden pintar ellos mismos. Se trata de una manera original y divertida de disfrutar de este postre típico.
Por su parte, en Levante, los panquemados y las monas se hacen con la misma pasta de harina, que se fermenta y hornea hasta que adquiere la textura perfecta. La diferencia se encuentra en la forma que cada pastelero da a su producto, y el huevo duro que corona la mona de Pascua, que simboliza la Resurrección de Cristo. Según los pasteleros valencianos, los hornos de esta provincia elaborarán unos 350.000 panquemados para la Pascua.
Repostería en cada rincón
Las confiterías de la Región de Murcia están en plena ebullición en estos días. Su larga tradición repostera y su prestigiosa Semana Santa hacen que los pasteleros se afanen cada año un poco más para ofrecer a lugareños y turistas los mejores sabores para el paladar. Además de las tradicionales monas de Pascua de bizcocho levantinas, los escaparates se pueblan de todo tipo de torteles, hojaldres y bizcochos. Típicos de Cartagena son los dátiles de Getsemaní, que se elaboran con pasta de almendra y dulce de leche, los sepulcros de crocante o las yemas del Cabildo.En el Norte, se suele consumir de postre un tipo de crepe, parecido al francés, que se rellena tanto de sabores clásicos como de los más atrevidos. En Galicia se conocen como filloas, más gorditas y muy populares en Carnaval y Cuaresma, y en Asturias son los frixuelos, que se rebozan con azúcar.
El listado es enorme: buñuelos en Madrid, leche frita en Cantabria, opillas en el País Vasco... Los postres tradicionales se mezclan con las originales creaciones de los pasteleros, que buscan seducir con aromas y texturas nuevas a los más golosos durante estas fiestas. Sea cual sea tu dulce favorito, la gran variedad garantiza que encontrarás el sabor más adecuado a tus gustos. Acércate a las confiterías en Semana Santa... !No te arrepentirás!