No a los refrescos, sí a la balanza, cada régimen tiene una teoría diferente, pero las reglas básicas son las mismas. Por ejemplo, bajar las calorías que ingieres es la manera más efectiva de bajar de peso. Las dietas que realmente funcionan combinan una serie de principios generales para lograr su objetivo.
No más refrescos. Un simple cálculo matemático te muestra que si bebes una lata de bebida con gas (de 140 a 150 calorías) todos los días, al cabo de un año tendrás 50 mil calorías, casi 7 kilos más. Lo grave es que las calorías líquidas engordan más, porque éstas no llenan tanto como las calorías sólidas. El cuerpo tiende a ingerir más líquidos porque no se siente saciado.
Escríbelo. Está comprobado que es fácil olvidar todo lo que comemos. Sobre todo esas 'trampas' que hacemos. Algunos estudios han comprobado que anotar rigurosamente todo lo que comes y bebes ayuda a bajar de peso y mantenerlo después.
Pésate con frecuencia. Contrariamente a lo que muchos piensan, visitar la báscula a menudo es una buena herramienta contra el sobrepeso. Los 4.500 miembros de la National Weight Control Registry lo comprueban. La mayoría se pesa una vez por semana y casi la mitad lo hace todos los días. `El resultado´ El promedio ha perdido casi 30 kilos y se ha mantenido por seis años.
Más volumen, menos calorías
Consume volumen, no calorías. Un estudio de la Universidad de Pennsylvania desmostró que para sentirse satisfechos, hay que ingerir cierto volumen, no importa la cantidad de calorías. La clave no es comer menos, sino comer alimentos que contengan pocas calorías en relación a su peso. La comida alta en fibra y agua como los vegetales y las frutas es la mejor. Por ejemplo, dos tazas de uvas engordan menos y llenan lo mismo que un cuarto de taza de uvas pasas.
Presta atención a las porciones. Desde niños perdemos la habilidad de escuchar las necesidades de nuestro cuerpo. Si estamos acostumbramos a comer porciones grandes, seguiremos con el hábito de comer más de lo que realmente el cuerpo necesita. El tamaño importa.
Remplaza una comida. La mejor manera de escapar a comidas sobrecargadas de calorías es remplazarlas por bebidas y alimentos preparados especialmente para perder peso. Remplaza unas cuantas comidas a la semana por menús o bebidas dietéticas con un número reducido de calorías.
La monotonía funciona. Muchos piensan que comer una gran variedad de alimentos es efectivo, pero están equivocados. La variedad excita el apetito. Entre más opciones de comida, más comes. Seguir un régimen preciso y que se repite todos los días, da mejores resultados. Para evitar el aburrimiento, muchos varían el menú los fines de semana y en ocasiones especiales.
Ojo con las harinas y el ejercicio
Cuidado con los carbohidratos por la mañana. La clave para perder peso está en reducir las calorías. Los peores enemigos de tu dieta son las harinas refinadas como el pan blanco, los donuts y los cereales, en resumen, muchos de los productos que consumimos al desayuno. Algunos científicos piensan que ciertos carbohidratos producen hambre y que si los consumes por la mañana, tendrás hambre todo el día, incluso si comes proteínas durante el almuerzo. Aunque la opinión de los expertos está dividida, estudios demuestran que remplazar los cereales y el pan blanco en la mañana por huevos, yogur o fruta ayuda a bajar de peso considerablemente. El ejercicio no es lo que piensas.
El ejercicio no es lo que piensas. El ejercicio, contrario a lo que muchos piensan, no es la mejor manera de perder peso. Se necesitaría hacer muchísimo ejercicio para bajar un número significativo de calorías. Por ejemplo, si caminas 30 minutos al día, durante seis días, rebajas 830 calorías al cabo de una semana. En teoría tendrías que caminar más de cuatro semanas para quemar 3.500 calorías, que equivale a casi medio kilo. Además, cuando empiezas a hacer ejercicio, el cuerpo encuentra la forma de recuperarse: comes más, te mueves menos en casa, etc. Lo que sí es cierto es que hacer ejercicio previene ganar peso y ayuda a redistribuir el porcentaje de grasa en el cuerpo.