¿No os pasa que cuando compráis limones para poner en vuestras bebidas no duran nada en la nevera? Siempre que recibo gente me gusta poner un limoncito (o naranja) en sus copas. Aparte de que personalmente me gusta el sabor que deja el limón, me parece un pequeño detalle con el que agradar a mis invitados.
Siempre que compraba limones para estas ocasiones no duraban mucho tiempo después en la nevera: al cabo de los días se ponían feos y los debía tirar. Y cuando tenía invitados inesperados nunca había limones “sanos” en mi nevera para ofrecer. Pero eso se acabó cuando una amiga me dio este pequeño truco.
El truco es muy fácil: consiste en comprar limones, y hacerlos rodajitas como si los fueras a consumir hoy, pero en vez de eso, los vas guardando en un tupper.
Una vez cortados todos los limones, tapamos nuestro tupper y guardamos en el congelador.
Yo utilizo un tupper alargado y no muy profundo, porque me parece lo más cómodo y ocupa muy poco en el congelador, pero podéis utilizar el que más os guste.
Y el día que lo necesitemos será tan fácil como sacar nuestro tupper y disponer de los limones que hagan falta. Si se pega una rodaja a otra con un simple golpe se despegan fácilmente.
El limón actuará también como un hielo y enfriará la bebida antes de derretirse y soltar su saborcito.
¡Espero que os haya gustado!
Nos vemos en el próximo post.
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