Ella y el monstruo

La vi marchar, corriendo bajo la lluvia, huyendo del monstruo en el que me había convertido.

Se despertó con la misma pesadilla de siempre, el último recuerdo que tenía de ella. Era su castigo y por eso no se lo había contado nunca a nadie. De contarlo, debería contar todo lo que le hizo y eso lo dejaría en un muy mal lugar.

A veces había tenido la necesidad de contárselo a sus padres, de esa manera, la imagen que tenían de ella cambiaría, pero también cambiaría la que tienen de él y los decepcionaría, así que desechaba la idea rápidamente.

Se levantó de la cama y se duchó, era su manera de liberarse de los monstruos que le visitaban por la noche. Luego el café bien caliente le volvía a la vida.

Salió de su casa camino a la oficina, y su mirada se le fue hacia un taxi que había en doble fila, del que salió una chica, y aunque no le pudo ver bien la cara, sus andares característicos le avisaron de que se trataba de ella.

La vió entrar en una cafetería donde le estaba esperando alguien que la saludó y se sentaron en una mesa.

Decidió llamar a su trabajo y avisar de que tenía que solucionar un tema familiar por lo que no iría a la oficina. Su curiosidad podía más que su razón, sabía que lo correcto era dejarlo estar, pero quería saber cómo estaba, qué había sido de ella, si tenía pareja, ... Así que entró en la cafetería, se sentó en una mesa de un rincón, y se pidió un café.


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