Es curioso pero lo que os voy a contar fue la base para que mi alumnado confiara en mí.
Durante los años que trabajé en E. Infantil y Primero de Primaria, al principio, cuando algún alumno/a llegaba a clase y sentía temor por lo desconocido me acercaba para tranquilizarlo/a, le decía mil cosas. Unas veces lo conseguía pero otras era más complicado. En poco tiempo me di cuenta que se tranquilizaban mejor cuando les exponía cuál sería la rutina, que a lo largo del tiempo, tendríamos ese día...Primero vamos a hacer esto, después haremos aquello, después vendrá el recreo, luego haremos más actividades chulis y luego viene mamá o el abuelo o quién fuese a ir a recogerlo/a. Como lo que les decía era cierto, empezaron a tener claro que podían confiar en mí.
Con los mayores, Primaria y Primer Ciclo de Secundaria, a estas edades y si no has trabajado antes con ellos/as, la confianza parte desde el mismo punto en que te ven justa en tus acciones, haces lo que has prometido y reconoces sus esfuerzos (en otro momento hablaremos de la conducta).
Pues bien, con los padres y madres pasa exactamente lo mismo. Dile lo que esperas de él o ella en ese momento (no que esperas que sea arquitecto) y sea lo más sincero/a posible. Por ejemplo, si va a dejarlo con sus abuelos, dígale que va a volver y cuándo aproximadamente, También dígale si va salir a cenar o de compras pero que volverá. No les mienta nunca, se darán cuenta tarde o temprano.
Más adelante ellos/as también depositarán su confianza en vosotros/as pues lo han visto hacer primero a sus progenitores. Llegarán a comentar qué tal les va con sus amigos/as, a dónde han ido esa tarde y casi siempre sin que ni siquiera usted les pregunte. Saben que pueden confiar.