La textura, el sabor y la calidad del langostino de Vinaròs es diferente respecto al de otras zonas de la costa mediterránea, a causa del clima suave y atemperado durante todo el año y de las aguas de baja salinidad del litoral.
Se trata de un producto único e incomparable con una producción limitada y localizada en el litoral mediterráneo que va desde el Delta del Ebro hasta Peñíscola.
Sus características más destacadas son la carnosidad y fuerza de su cuerpo. En cuanto a su sabor, puede afirmarse que se trata de uno de los langostinos más sabrosos de la Península.
La delicadeza de su sabor se debe a la riqueza de alimentos de las aguas de esta costa, enriquecidos por los depósitos del río Ebro, que confieren a sus carnes unas características organolépticas especiales.
Su color fluctúa entre los rosáceos y marrones, con una serie de bandas transversales en su abdomen; en su cola se aprecian unas tonalidades que recuerdan a la bandera republicana. Estos tonos que se ven matizados por el brillo de su frescura, que le proporciona reflejos de color naranja vivo. Físicamente tiene unas características distintivas, la carnosidad y fuerza de su cuerpo.
Elegante, porque su sabor es exquisito; incomparable, porque el langostino de Vinaròs es único; y sorprendente por la cantidad de sensaciones que despierta su degustación. El langostino de Vinaròs es, pues, un producto de calidad indiscutible con un futuro prometedor, que día a día está conquistando un merecido espacio en la alta gastronomía española.
Hay que tener en cuenta que este producto no está disponible durante todo el año.
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