Se que hay muchas recetas similares o parecidas de rosquillas fritas de anís, pero quería compartir estas rosquillas porque desde el primer momento que las probé me encantaron. Son las rosquillas que hacía la abuela de mi marido y le pedí la receta hace años. Además un día las llegué a preparar con ella, así que he tenido una muy buena maestra.
Os animo a prepararlas porque de verdad que son unas rosquillas exquisitas.
Ingredientes (entre 55 ó 60 rosquillas)
1/2 kilo de harina
2 huevos grandes
8 cucharadas de azúcar
8 cucharadas de anís
10 cucharadas de aceite de oliva
1 sobre de levadura química
ralladura de 1 limón
Aceite de girasol o de oliva suave para freir las rosquillas
Algo más de azúcar para rebozarlas una vez fritas
Elaboración
En un cuenco ponemos los huevos y batimos con unas varillas. Añadimos el azúcar y volvemos a batir. Incorporamos el aceite y batimos. Añadimos el anís y la ralladura de limón y de nuevo mezclamos todo bien. Incorporamos la levadura y mezclamos. Echamos unos 400 g de la harina. Mezclamos bien con una espátula de silicona rígida o con una cuchara de madera y si consideramos que aun la masa no está manejable, echamos unos 100 gramos más, hasta llegar a los 500 g aproximadamente. La masa estará lista cuando se separe de las paredes del cuenco.
Espolvoreamos con un poco de harina la encimera o la superficie donde vamos a trabajar la masa y amasamos hasta que no se nos pegue en las manos y se pueda hacer una bola con la masa. Si nos parece que es mucha cantidad podemos dividirla en dos o tres bolas de masa. Se tiene que quedar con una textura que nos recuerda un poco a la plastilina y que no se quede pegada a la superficie de trabajo.
Le damos la forma deseada a las rosquillas, en este caso he ido cogiendo trocitos de masa y he formado palitos
Y posteriormente le he dado esta forma:
Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite caliente y vamos friendo las rosquillas por tandas, dejando que se doren primero por un lado y posteriormente les damos la vuelta para que se hagan por el otro lado, controlando la intensidad del calor, ya que una vez echemos las rosquillas no tiene que estar muy fuerte (en mi caso, la intensidad máxima es de 9 y las he frito al 6).
Con la ayuda de una espumadera vamos sacando las rosquillas y las ponemos en un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Y posteriormente las rebozamos pasándolas por un plato con azúcar. Las ponemos en la fuente o plato donde las vayamos a servir y a disfrutar.