Mis suegros tienen en el patio de su casa de Aldeahermosa (Jaén), una parra que mi suegro cuida con mimo durante todo el año, gracias a ello, están enormes y con un sabor increíble para esta época, por lo que no habrá que comprarlas para el día de Nochevieja y podemos disfrutar de un fruto HOME MADE.
Cuando las uvas tienen un tamaño como el de un guisante, Diego pone en los racimos de uvas estas bolsas de papel satinado. Con esto, se consigue que el proceso de maduración se retarde, y las uvas se dulcifican. La piel de la uva permanece suave y la pulpa firme, además, el fruto alcanzará una maduración uniforme gracias al reflejo de los rayos del sol a través del papel semitransparente. También con el sistema de las bolsas, el racimo permanecerá resguardado del polvo, del agua y de las inclemencias meteorológicas, por lo que permanecerá sano y con una presencia inigualable.
Para que sea más fácil de comer, os recomiendo despepitar las uvas, cortándolas por la mitad con un cuchillo para que el corte quede limpio y se puedan ver bien ordenadas encima de la tarta. Si el racimo que compréis tiene la piel muy gruesa también podéis pelarlas, en nuestro caso no hizo falta gracias a la firmeza de la piel.
Para la parte de de la gelatina, os recomiendo usar un vino de uva moscatel, queda delicioso, pero si queréis probar con otras variantes, se puede hacer con champán, con sidra, con oporto blanco o incluso con vermut blanco, sólo necesitáis añadir 70ml, así que con imaginación se puede hacer una tarta de uvas y queso diferente en cada ocasión.
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