Lo que para muchos les suena extravagante como título, para nuestros entrenamientos es totalmente común, sobretodo porque ese miedo está enmascarado por una actitud de fastidio, de aversión, de rechazo hacía todo lo que implique cocinar o parecido a esas siete letras que componen el verbo:
Lo que pasa es que le huimos porque al no saber organizar nuestra cocina, ni siquiera sabemos por dónde empezar y es allí donde viene la pérdida de tiempo, el descontento, el gasto descontrolado y la desarmonía de ese ambiente.
Hazle una visita exploratoria a tu cocina: mira el color de sus paredes, el tipo de iluminación, el tamaño de su ventana, las corrientes de aire, las cortinas (color, textura, grosor...), el lugar donde te tomarías un café (si dispones de ese espacio) y obsérvalo con los cinco sentidos: qué te agrada, qué te repugna, que botarías, que cambiarías, que comprarías.
Evalúa la forma correcta: todas las especies en un mismo lugar; los vasos y tarros de vidrio juntos, los envases plásticos en un mismo anaquel, la vajilla bien distribuida, las ollas y sartenes en lugar accesible. Probablemente reajustar los espacios te "oxigenará" el ambiente y te será funciona para el uso cotidiano.
Revisa el espacio del que dispones para la despensa: concentra los enlatados en un nivel, los paquetes en otro, los que son susceptibles de coquitos y gorgojos colocados dentro de envases plásticos grandes con hojas de laurel, trata de ubicar los detergentes en un mueble del lavadero para que no se mezclen los olores con los alimentos.
Planifica los menús de la semana, anótalos y ponlos en un sitio visible en tu cocina. Una idea es colocar una cartelera con anime forrado en tela o una lámina de corcho. Así sabrás con antelación qué comerán ese día y podrás tomas previsiones el día anterior.
Conviértete en una detective de recetas fáciles, económicas y rápidas. No es misión imposible y aligera el arte de cocinar. Haz las compras de tus productos en función de lo que en casa consumen.