Casi siempre ha sucedido igual con los inventos. Algunos inventos se descubren por casualidad (como la Coca Cola, el microondas, las cerillas, y muchos otros), y fue por casualidad que Thomas Sullivan, comerciante norteamericano de té y café, decidió, a comienzos del siglo XX, embolsar el té en paquetitos de seda para mejorar su manipulación y así poder enviar bolsitas de muestra a todos sus clientes. Sin embargo, sus clientes terminaron dándose cuenta de lo cómodo que resultaba esta envoltura para echarlo directamente en la tetera y dejaron de echar las hojas sueltas como venían haciendo. Fue el nacimiento de las bolsitas de té.
Así nacieron, más o menos, lo que hoy conocemos como bolsas de té. Actualmente son muy pocas las personas que se preparan el té mezclando el agua caliente con las hojitas de la planta. Mi marido lo sigue haciendo pero no es fácil encontrar un buen te en hojas si no es en un comercio especializado. Prácticamente todo el mundo, ya sea por comodidad o falta de tiempo, se decide por el uso del té en bolsita.
Las primeras bolsas de té eran totalmente artesanales. Se cosían a mano los trozos de seda. Este hallazgo se remonta a1903 pero no se comercializó hasta un año después, cuando Mr. Sullivan constató el éxito que había tenido su “invento”.
Hoy en día, las bolsitas de té se fabrican con fibra de papel.
Si os interesa el té quizá os apetezca seguir leyendo un poco más sobre las diferencias entre el té a granel y el té en bolsita en el interesante blog bebiendote.com.
A continuación copio una infografía de las diferencias entre el té embolsado y el té a granel.