Disponer siempre de hojas frescas de verdura para ensalada es la solucionaza entre las soluciones para resolver comidas rápidas, y cenas ligeras, y no te estoy hablando de las sanísimas ensaladas industriales en bolsa de plástico, ni de las que se hacen en casa, super chulas pero que con todo ya cortado pierden muchas propiedades y tienen corta duración. Tus hojitas verdes, una lata de atún, otra de maiz, queso fresco, tomatitos, huevo duro, unos langostinos, o un poquito de jamón cocido, restos de pollo asado, arroz blanco, rodajitas de pepino, tiritas de pimiento…., mmmmmm
Y no es que no me gusten las galletas, la nocilla, los donuts o el helado, vaya que sí, pero esa es otra historia.
Yo tengo siempre siempre siempre hortalizas frescas y limpitas litas para comer YA, y sin ser de la que venden de bolsa, me duran un montón de tiempo en la nevera, y adios pereza, ¿mola?.
Y es que queridas y queridos, comerte una lechuguita, una hoja de roble, lollo, iceberg …fresquitas, en casa, y con un poco de suerte de procedencia local, señores y señoras es un lujo, un lujo posible.
Antes me quedo con un variadillo de lechugas enteritas para mí, con sus cogollitos y troncos, que con un bolso de Louis Vuitton (a no ser que pueda revenderlo, claro), y no por austera, sino porque su estilo no me gusta ni para ir por casa.
Pero… ¿cuál es el problema?, el de siempre, el maldito tiempo. Así que hoy os voy a contar lo que mi amiga Marta hace y yo imito:
la solución para tener ensalada siempre disponible, con una larguísima duración, y sin necesidad de recurrir a la de bolsa, que para mí al menos despide un olor pelín desagradable y sospechoso.
Este sistema no es super novedoso, pero en este mundo tan instantáneo a mí no se me había ocurrido.
Consiste en reunir tantas verduras de hoja como te apetezca añadir a tu ensalada, en esta tierra las posibilidades son infinitas.
Los pasos son super sencillos, hasta un poquito de vergüenza me da contarlo por si me veis absurda, pero con que una persona no lo haya hecho nunca, y con esto llegue a disfrutarlo, me conformo (esto ha sonado muy “caritativo”, no era mi intención).
Necesitamos:
recipientes grandes con agua, incluso el fregadero de la cocina exquisitamente limpiado y desinfectado, llenos de agua fría
en ocasiones hielo
colador o escurridor grande
paños que no dejen pelusa y sean absorbentes
toda la cocina despejada para hacer uso de las superficies disponibles
bolsas de plástico de congelación
las verduritas
El método consiste en:
Poner en remojo las hojas, enteras, sin cortar, en agua bien fría, y sin mezclar variedades
Tras el primer remojo hago un segundo porque me da el rollo de que los pesticidas se han quedado en ese agua, y si se trata de hojas delicadas como la hoja de roble, además en este segundo lavado le añado hielo para tonificarlas
Cuando las sacamos del agua se van a un macro colador para que escurran bien
El paso siguiente es tender los paños sobre la bancada de la cocina y extender todas nuestras verduritas frescas tan requetebuenas.
De este paso depende el éxito de nuestra ensalada, conviene dejarlas todo el tiempo que sea necesario para que se sequen lo máximo posible, pueden llegar a ser horas, así que ojo con estos consejitos:
en climas como el de Valencia, donde la humedad es abundante, nunca van a quedar totalmente secas, nos vamos a conformar, en su defecto podemos ir dándoles la vuelta de vez en cuando. Yo las suelo tener unas tres horas
por la razón anterior, es conveniente no hacerlo cuando tenemos la cocina super caliente por hornos, calelfacciones, etc. La temporada actual es la ideal, ya ha pasado el frío y además es cuando más apetecen estos platos
cuanto más irregulares sean las hojas, más difícil va a resultar que se sequen del todo. Se les podría dar con el secador del pelo en aire frío, pero por mi parte lo encuentro absurdo, ahora, si tú lo quieres hacer yo no se lo cuento a nadie
cuando ya consideramos que están suficientemente secas las guardaremos en bolsas de congelación bien cerraditas, y a la nevera que se van.
Con las hojas que son más delicadas debemos tomar la precaución de no llenar demasiado las bolsas para que no se chafen.
Y ya está, cuando consideremos que están suficientemente “poco mojadas” las guardaremos en el refrigerador.
En mis fotografías veis que quedan unas micro gotitas, no importa porque además de que lo óptimo es enemigo de lo bueno, es que las vas a consumir mucho más rápidamente que si tuvieras la pieza completa y sin lavar, esto dura menos que un pastel en la puerta de un colegio, verás.
Y anda que no te saca de apuros sobre todo en las cenas, y además sirve para consumir líquidos sin darte cuenta y para una dieta sana,
¿se le puede pedir más?
¿Y tú?, ¿eres de lavar la lechuga a diario o llevas haciendo esto mismo hace años y ahora te ríes de mí?, ¿compras la bolsa de ensalada ya lista?, ¿no te gusta nada la ensalada, y aún así has llegado hasta aquí?,
cuenta, cuenta
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