Chicles, caramelos y golosinas son los dulces más deseados por los más pequeños. Sus pequeñas asignaciones semanales suelen ir destinadas a este tipo de chucherías, que muchos progenitores suelen usar como premio a una buena conducta. Otros, sin embargo, los prohíben, ya que los consideran poco alimenticios o, fundamentalmente, nocivos para la salud dental de los niños. En el caso de los caramelos, la mesura y el equilibrio nos darán la clave para disfrutarlos como se merecen.
Consumir caramelos y chicles es una opción saludable siempre que no abusemos. En sí, disfrutar del sabor de una golosina no es consecuencia directa de la caries. De hecho, cualquier alimento que disponga de carbohidratos en su composición (como patatas, pan, cereales, arroz), puede implicar la aparición de la caries. Una correcta higiene dental es imprescindible para evitar problemas de salud en la boca.
De hecho, caramelos o chicles pueden servir para aliviar la ansiedad que en algunas personas provoca el hambre. No sólo evita el picoteo, sino que, 15 minutos antes de comer o cenar, podremos sofocar la gula saboreando poco a poco un rico caramelo o masticando un chicle. Y con más razón si tenemos en cuenta que un caramelo suele aportar solamente 17 calorías.
Los caramelos pueden ser buenos para la salud
A pesar de la mala fama que tienen estos dulces (es habitual achacarles que engordan o que 'pican' los dientes), en realidad, si se toman con moderación, pueden llegar a ser beneficiosos. No sólo sirven para calmar al estómago entre horas, sino que ofrecen cierta relajación y evitan consumir productos mucho más energéticos. Además, si echamos mano de chicles o caramelos sin azúcar, evitaremos también su reducido aporte calórico.En una alimentación equilibrada es posible incluir dulces y caramelos. De hecho, expertos en dietética aseguran que los alimentos azucarados pueden representar hasta el 10% de la cantidad de calorías que una persona necesita diariamente.
También podemos encontrar caramelos enriquecidos con vitaminas o minerales, que es una manera deliciosa de administrar elementos esenciales a nuestro organismo. Las golosinas, las gelatinas y caramelos de goma, además, tienen proteínas y carecen de grasas. Lo que sí que tienen todos estos productos es mucho azúcar, por eso debemos moderar su consumo. En cualquier caso, esas raciones controladas de azúcar y glucosa son muy beneficiosas para activar las neuronas, nutrir el cerebro y alimentar la memoria.
Por si esto fuera poco, si estás dejando de fumar, las golosinas pueden ser un aliado muy útil para combatir la ansiedad que produce dejar este hábito tan perjudicial.
Caramelos y caries
Comer dulces es una de las causas más frecuentes de caries dental, pero no por el azúcar que contienen, sino por dejarlo acumulado, dejando que las bacterias se alimenten de él. Por eso, se puede comer caramelos sin dañar los dientes, si nos los cepillamos después. La higiene buco dental es lo único que nos puede ayudar a evitar las caries.Respecto a los más pequeños, debemos tenerlos vigilados. Los expertos en nutrición aconsejan que el consumo diario de este tipo de alimentos ricos en azúcares no deben superar las cuatro unidades.
Origen de los caramelos
Los caramelos nacen a raíz de la necesidad del hombre por encontrar un alimento ligero que sirviese de sustento para los viajes. Los primeros dulces, creados con pulpa de fruta, cereales y miel, servían a los viajantes y mercaderes para soportar los largos trayectos y proveerse de energía rápidamente. Ya los egipcios los elaboraban con miel y fruta.La utilización de azúcar para elaborar caramelos procede de La India, donde comenzaron a elaborar azúcar sólido a raíz del zumo de caña. Gracias a este ingrediente, se desarrollaron nuevas y mejores técnicas de repostería, aunque durante siglos fue un producto de lujo difícilmente alcanzable.
Del siglo XVI proceden los antecesores de los caramelos actuales: frutos secos, pasas y crocantis, cubiertos de azúcares, miel, y chocolate. Los aromas de fruta o violeta les daban el toque de distinción que hacía de estos productos algo exquisito y muy caro. A mediados del siglo XIX comienzan en Estados Unidos los procesos industriales de producción de caramelos, que se irían extendiendo al resto del mundo.
Algunas curiosidades
?Sabías que en España consumimos menos caramelos que la media europea? Unos tres kilos de este tipo de dulces al año por persona. Una cifra baja en comparación a países como Alemania, Dinamarca y Reino Unido, y similar a las de Portugal y Austria.Los caramelos no son sólo una delicia para los niños, también los adultos son muy golosos, sin embargo las preferencias entre personas de edades diferentes varían mucho. Mientras que los más pequeños disfrutan más de las típicas chucherías de kiosco, tales como caramelos de goma, regalices y gelatinas, los mayores recurren con más frecuencia a caramelos balsámicos, tofees y los chicles sin azúcar.
Respecto a estos últimos, cada vez están más de moda entre la población. Mientras que hace años, comer chicle era considerado de mala educación, hoy constituye la mejor opción para proteger los dientes y fomentar la salivación, sobre todo cuando es imposible cepillarse los dientes después de comer. La aplicación de sustancias como el xylitol y el sorbitol permite aportar al chicle una sensación de frescor que muchos consumidores agradecen.
Recetas para hacer caramelos en casa
Caramelos de miel
Elaboracion:
Poner a hervir en un cazo la miel, el azúcar y la glucosa. Cuando hayamos obtenido el punto de bola, probamos para ver si está hecha la mezcla. Echamos un poco de la pasta en agua fría y, si está lista, debería endurecerse. Ponemos un poco de manteca sobre una placa metálica y volcamos la mezcla hirviendo. Mientras que se va endureciendo, hacemos cuadrados con un cuchillo untado en manteca para darle la forma a los caramelos.
Caramelos de fruta
Elaboracion:
Ponemos al baño maría tres cucharadas de agua y el azúcar, dejando que se vaya caramelizando. A continuación, con palillos, se pinchan las frutas, se introducen en el caramelo y se dejan enfriar sobre una superficie aislante.