Tras unos días de descanso por el Levante español, la semana pasada decidí reanudar la ruta gastronómica que inicié con vuestra compañía el pasado 17 de octubre. Dudé si dirigirme a Cataluña o adentrarme en la maravillosa Castilla- La Mancha; al final escogí esta última Comunidad.
En la mañana del lunes 24 me dirigí al castillo de Belmonte. Allí me han contado que en el mes de mayo suelen celebrarse jornadas de recreación histórica. No estaría de más volver a visitarlo. Julia Romero, buena conocedora de la gastronomía de Castilla La Mancha, me propuso degustar desde los típicos mantecados manchegos hasta esta deliciosa caldereta de cordero que quita el sentido.
Al despertar, el martes tomé rumbo a Madrid y aunque se trata de una Comunidad que visito con frecuencia, siempre me gusta volver a sitios como el parque del Retiro, pasear por Gran Vía, visitar museos (como el Thyssen-Bornemisza, el Reina Sofía, el Sorolla,…), ver la puerta de Alcalá y saludar a la Cibeles. Tras mi largo paseo, he hecho caso de la propuesta de Dámaso Vélez, comer el típico cocido madrileño, ya que el tiempo acompañaba.
El miércoles hice una parada Castilla y León. Estiré las piernas, paseé, observé el maravilloso entorno: la catedral, las murallas, los palacios,... Tras visitar Salamanca, mis acompañantes y yo nos dirigimos a comer un plato, delicioso donde los haya, el típico hornazo. Verás que se parece a una empanada con chorizo, lomo y jamón, como ingredientes habituales. Originariamente se consumía en Semana Santa, pero hoy en día se cocina en cualquier época del año.
Al día siguiente estuve en Galicia, otra Comunidad que desde hace años me robó el corazón. Bosques, la playa de las catedrales, manantiales, monasterios, la catedral de Santiago, patrimonio de la humanidad al igual que la torre de Hércules o la muralla romana de Lugo… Aquí se come de maravilla, empezando por un marisco excepcional, pasando por el lacón con grelos y terminando con pulpo a la gallega. En esta ocasión, Pilar Casanava preparó una empanada gallega de bacalao. ¿Quién podía resistirse? Yo no.
El viernes me di un salto a Asturias. Un consejo, aunque vayas apurado de tiempo, para en los lagos de Covadonga, no te arrepentirás. Y si puedes pásate por el museo de la sidra (en Nava), Oviedo ( la catedral, el monasterio de San Pelayo, el hotel Reconquista y el teatro Campoamor) y el parque nacional de los Picos de Europa, como mínimo. Eso sí, no te marches sin sin probar la fabada, propio para épocas de frío. Y si hace calor, por lo menos pídete una tapa.
El fin de semana lo he pasado en Cantabria, para reponer fuerzas y pasear. Al final no he parado, me he ido a Santillana, a Laredo, a Comillas, a San Vicente de la Barquera,... ¡Uf, de sólo pensarlo, me canso! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Y de la comida, qué les voy a contar! Todo riquísimo: las carnes, el mariscos, los postres (¡los sobaos, esos sobaos pasiegos cómo me gustan!). ¡Y las anchoas, qué ricas! Como bien dice Maga, la autora de esta fantástica ensalada, las anchoas deben ser de buena calidad y las de Cantabria quitan el sentido.
Así como en la primera parte de esta experiencia, esperamos que hayas disfrutado de este viaje culinario. Les prometemos una tercera entrega, pues no se va a quedar ni una sola Comunidad sin visitarla. ¿Te animas a seguir la ruta conmigo y conocer un poco más España a través de su gastronomía? ¡Te espero!
Rosa Borrás
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