El menú
A pesar de ser una cena informal, debemos procurar que el menú sea el adecuado para la ocasión. Es importante tener en cuenta:
La época del año, ya que condiciona el tipo de alimentos.
Si pondremos la mesa o preferiremos una cena de pie, en el salón o en el jardín.
Los gustos y preferencias de los invitados.
Si tenemos una cocina bien equipada para cocinar.
Si contratamos los servicios de un catering.
Los invitados
Una cena informal puede ser una excelente ocasión para presentar unos amigos a otros, poner en contacto personas que tienen intereses en común, etc.
Un buen anfitrión se ocupará de reunir personas con afinidades o aficiones comunes, que puedan encontrarse a gusto y facilitará la integración al grupo de cualquier persona que no conozca al resto. Nuestra obligación es impedir que nadie se sienta solo y favorecer al máximo las conversaciones agradables facilitando información interesante en el momento de la presentación, de manera que sea fácil entablar una conversación.
Debemos tener en cuenta las limitaciones de espacio de nuestro hogar y no convocar a más personas de las que caben, pues estaríamos todos incómodos.
Algunas personas, fieles a la superstición, evitan reunir trece personas con lo que tendrán que añadir o eliminar a alguien de la lista si se produce esta circunstancia.
La llegada de los comensales
Aunque se trate de una relación de confianza, nuestros invitados merecen la mejor recepción. Cuando suena el timbre, nos apresuraremos a abrir la puerta, sin delantal, bien vestidos aunque sea informalmente. Reservaremos las zapatillas para la intimidad y el chándal para el deporte. Procuraremos que nuestro perro no les asalte o que el gato no deje lleno de pelo el vestido negro de nuestra mejor amiga.
El periodo de tiempo que transcurre entre la llegada del primer invitado y el último es un momento delicado: debemos atender tanto a los que van llegando como a los que ya están en casa. Les podemos ofrecer un refresco y es obligatorio ocuparnos de sus abrigos, bolsos y útiles personales. Si hemos preparado la cena en un salón-comedor y disponemos de otra sala o de jardín, la espera puede transcurrir en este espacio.
En la mesa
Con mucha frecuencia el sentido práctico se impone, pero las vajillas y cuberterías de plástico deberían ser un último recurso. Si finalmente decidimos poner la mesa o montar un buffet con servicios desechables, tendremos la oportunidad de escoger entre gran variedad de colores y estampados que adornarán nuestra mesa de una manera diferente por un día. Aprovechemos la ocasión para dar un aire original y distinguido y no simplemente 'práctico'. De todas formas, aunque las servilletas y los platos sean de papel, los vinos y el cava o el champán deberían servirse en las copas de cristal adecuadas para cada bebida, pues si ofrecemos caldos de calidad no sería posible degustarlos en todas sus propiedades.
En cuanto a la distribución de los comensales en la mesa, no hace falta seguir el protocolo estricto, pero aplicar alguna de las normas básicas resulta de gran utilidad: alternar hombres y mujeres y evitar que las parejas
se sienten juntas favorece una conversación más variada y permite que los invitados se conozcan más entre ellos.
Uso de la tecnología
Los más diversos aparatos están presentes en nuestra vida cotidiana y, desgraciadamente, acabamos siendo sus esclavos. Sería maravilloso que, con ocasión de un encuentro familiar o entre amigos pudiéramos descansar y centrarnos en la comunicación personal con estas personas, disfrutar de una agradable conversación sin ruidos de fondo y sin interrupciones. Por ello es imperdonable tener la radio o el televisor encendidos. Esto no incluye la música de ambiente, que siempre debe permitir una conversación sin gritar.
Respecto al uso de los teléfonos, deberíamos apagar el móvil a partir del momento en que todos los invitados ya hayan llegado. Por lo que respecta al fijo, podemos contestar pero no nos alargaremos más de lo estrictamente necesario, pues estamos desatendiendo a nuestros invitados. Es recomendable conectar el contestador.
La despedida
Desgraciadamente, lo que empieza siendo una cena agradable acaba siendo una tortura si los invitados no ven el momento de despedirse. A pesar de ello, la cortesía nos impide echarlos o ponernos a dormir en el sofá. Llegado el momento en que se levantan y dan por terminada la sobremesa o fiesta posterior, es obligatorio proporcionarles los abrigos y bolsos que habíamos guardado, acompañarles hasta la puerta y agradecerles su presencia. Si sabemos que no disponen de vehículo propio nos ofreceremos para llamar a un taxi.