Había resistido todo lo que humanamente pudo
Perder su trabajo había sido el principio de aquel mal sueño
Pensó que con la prestación del paro podría superarlo y encontrar trabajo mientras tanto. Pero el trabajo no llegó
Su tren de vida no era barato. Aún así consiguió reducir sus gastos a la mínima expresión
Pero entre el alquiler y la pensión de sus hijos le quedaba bien poco para afrontar sus gastos básicos
Mal vendió su coche. Eso le sirvió para aguantar unos meses más
En la oficina de desempleo lo intentaban tranquilizar. Le decían que por su edad tendría una ayuda en cuanto se le acabará el subsidio
Pero él no quería eso. Quería trabajar. No podía permitirse que esa situación se alargara
Pero se alargó
Una de las peores decisiones que tuvo que tomar fue la de dejar su piso de alquiler, irse a una habitación en un piso compartido
Su espíritu empezó a quebrarse
Él, que había sido siempre como una roca, triunfador e imparable
Verse en aquella habitación le hundió en una depresión de la Queta no remontó
Cuando llevaba tres meses en aquella habitación, por no llamarla pocilga, tuvo que dejar de pagar
Un día se encontró con todas sus pertenencias metidas en tres bolsas de basura, tiradas en el rellano. Ya nadie le abrió la puerta
Esa fue su primera noche durmiendo en la calle. No tuvo fuerzas para buscar refugio
En verano, las noches las pasaba más o menos bien
Con la llega del invierno la cosa se complicó, si eso era posible
Se resistía a dormir en albergues. Alguna vez ya se había quedado sin alguna de sus preciadas posesiones: una manta, unas botas o incluso unos periódicos que se colocaba entre la ropa para darse calor
Pero no se podía permitir el lujo de no comer, al menos una vez al día
Tenía sus preferencias. Sobre todo un albergue donde la cocinera hacía la mejor sopa del mundo
Tenía pocos momentos de felicidad
Tomar aquella sopa caliente le sabía a gloria, un auténtico manjar
Con las primeras cucharadas de le saltaban las lágrimas
Por todo lo perdido y porque no perdía la esperanza de recuperar su dignidad
PD Cuento inspirado y dedicado a Almudena Fernández Dorado
INGREDIENTES
1 k de espinacas
250 g de pan frito
8 dientes de ajos
1 ñora
Pimentón
Comino
Aceite
Vinagre
Sal
ELABORACIÓN
Poner agua en la cubeta
Menú Cocina
Sin cerrar la tapa, cuando empiece a hervir, echar las espinacas
Cocer 2-3 minutos
Escurrir y refrescar en un bol con agua fría
En la cubeta seca, poner aceite
Menú Cocina
Freír los ajos entero pelados y enteros. Reservar
Empapar el pan con unas gotas de vinagre
Freír el pan en el mismo aceite
En un mortero, machacar los ajos y el pan (reservar 3 ajos)
Añadir comino, sal gorda y unos trocitos de ñora
Añadir un poco de aceite en la cubeta
Freír pimentón, sacando la cubeta de la olla para que no se pegue. Remover
Añadir los dientes de ajos que habíamos reservado
Añadir las espinacas. Remover
Añadir el majado
Remover bien para integrar todos los sabores
Añadir aceite si fuera necesario
Salpimentar al gusto
Servir con pan frito
Receta adaptada de Cocina de Andalucía