La larga cola de padres con sus hijos alegraba aquella tarde de domingo.
Bajo un cielo azul, limpio de nubes, la carpa blanca y enorme, relucía.
Elena avanzaba en la cola por inercia. Sin un niño de la mano, su presencia allí sorprendía.
Unas gafas de sol oscuras tapaban las ojeras, tan acentuadas desde su divorcio.
Comprar una entrada para la sesión de aquella tarde, había dejado de parecerle una buena idea.
Entrar y sentarse en el mismo banco de madera en el que se sentó con su hijo Alex hacía ya dos meses, le llenó la memoria de recuerdos.
La algarabía de los niños le hicieron saltar las lágrimas, pero se obligó a sonreír y con el gesto mecánico de pasarse la mano por su larga melena y alzando la cabeza, intentó sacudirse la tristeza de encima.
Una alegra fanfarria se abrió paso entre el jaleo de los que aún se estaban acomodando en las estrechas graderías en forma de semicírculo que ocupan buena parte del interior de la carpa.
Con todas las luces aún encendidas, Elena distinguió el complejo mecanismo que sostenía los trapecios en lo más alto de la pista central.
Elena sonrió al recordar la boca abierta de Alex, sus manitas entrecruzadas y los ojos abiertos, sin pestañear, cuando dos trapecistas comenzaron a volar, cruzándose en el aire; contuvo el aliento hasta el final y desde aquel día se convirtieron en sus héroes.
Aquel día de hacía dos meses, la salida de los payasos con sus hilarantes caídas y tartazos, hizo que Alex y todos los asistentes, soltaran la tensión acumulada.
No cree que en dos meses hayan cambiado el orden de las actuaciones; primero los trapecistas para captar toda la atención; le seguirán los payasos para que todo el mundo respire aliviado; los acróbatas, paseándose por la cuerda floja, darán paso al mago y así hasta completar dos horas de circo.
El espectáculo está a punto de empezar y Elena no puede dejar de pensar en su hijo.
Tres días después de aquel maravilloso día, dos meses atrás, su marido pidió el divorcio.
Su matrimonio no funcionaba del todo bien, pero nunca hubiera imaginado que fuera mal hasta ese punto.
Para ella fue un mazazo.
Nunca habían hablado de esa posibilidad y con Alex entre ellos, cualquier cosa antes que un divorcio.
Elena aún recuerda ese momento con incredulidad; su mundo se derrumbó, así de sencillo.
Y llegó la depresión; su vida, perfecta, se volvió un infierno.
¿En qué momento una persona que has amado tanto se convierte en un monstruo?
La tristeza por el divorcio la dejó sin capacidad de reacción; tampoco creyó que necesitara defenderse de nada, al fin y al cabo, era un divorcio.
Las luces del circo se apagan una a una; la primera actuación va a dar comienzo; el silencio se va extendiendo entre los espectadores; un enorme círculo de luz en la pista central; el resto de la carpa en una absoluta oscuridad mantiene en vilo a todo el mundo.
Elena no puede acallar sus pensamientos.
Aún no comprende en qué momento se dejó llevar, se dejó vencer por la tristeza, hasta el punto de Cómo pudo su marido quitarle a su hijo sin pestañear.
Él, que la conocía tanto, que alguna vez la había amado; él, que sabía que no soportaría vivir sin su hijo ni un solo día.
Las primeras exclamaciones del público la sacan de su ensimismamiento; durante unos minutos, sigue los movimientos de los trapecistas en lo más alto.
Nunca le gustó el circo, pero Alex había insistido tanto desde que vio aquel cartel anunciando la próxima visita a la ciudad del circo más grande de Europa, que no pudo negarse; pensó que les iría bien una salida los tres juntos.
Sin dudarlo, compró tres entradas. No le sirvió de nada. Su marido, nada entusiasmado, se buscó un excusa para no acompañarlos.
Elena vuelve a sentir las lágrimas aflorar. Levanta las gafas de sol de su cabeza y se las pone intentando disimular como puede.
Divorcio exprés.
Recupérate, Elena. El niño estará bien conmigo. Lo verás cuando quieras. Ahora necesitas recuperar fuerzas. Un psicólogo te ayudará y podrás estar con Alex cuanto antes.
Cómo había podido estar tan ciega y tan ausente.
Firmó todo lo que le pusieron por delante. Todo. Hasta su sentencia de muerte hubiera firmado.
Elena ya no aguanta más y se levanta del banco; avanza a tropicones, pisando y empujando a todos los que están en su fila; sólo busca la salida.
Le falta el aire; no oye a aquellos que la increpan y que enseguida vuelven la mirada hacia arriba, intentando no perderse nada.
El sol la recibe cálido y primaveral.
Aún no está preparada para la batalla; su corazón si, su mente no.
Dos meses son pocos meses para poder asimilar tanto dolor de una sola vez.
Respira hondo; debe volver dentro y cumplir con la promesa a su hijo.
No sabe si el temblor de las manos le permitirá hacer las mejores fotos.
Alex se lo ha pedido y ella lo hará.
INGREDIENTES
400 g de merluza
200 g de gambas
300 g de almejas
1 puerro
2 dientes de ajo
2 tomates
1 calabacín
1 zanahoria
1 cucharada de pimentón
100 ml de vino blanco
200 ml de agua
Sal
Aceite
ELABORACIÓN
Rallar los tomates pelados
Cortar toda la verdura en trozos pequeños
En la cubeta poner aceite
Menú Cocina
Añadir toda la verdura excepto el tomate
Sazonar
Pochar
Añadir el tomate
Cocinar hasta que se haga el tomate
Ir removiendo de vez en cuando para que no se pegue
Añadir el vino
Dejar 2-3 hasta que el alcohol se evapore
Añadir el pimentón
Remover
Añadir el agua
Remover
Menú Cocina 8 cerrando la tapa
Triturar todo, fuera de la cubeta para no rayarla
Volver a poner la salsa en la cubeta
Menú Cocina
Cocinar hasta que reduzca un poco
Cuando haya reducido la salsa, añadir las almejas
Dejar que se abran
Añadir las gambas peladas y la merluza
Menú Cocina 5 sin cerrar
Rectificar de sal si fuera necesario
Receta adaptada de Cocina básica y fresca