El símbolo de este mes está por todos lados, el corazón.
Recordé que tengo un molde para cookies que compré hace
mucho tiempo en California y que sólo había utilizado en dos
ocasiones, una para hacer corazones de chocolate y otra para
crear un adorno navideño con pasta de papel que podéis ver
pinchando aquí.
Se trata de una preciosa pieza artesanal firmada, realizada en
arcilla, y pensé que ya era momento de utilizarla para su uso original.
La receta de la masa de las galletas de mantequilla que suelo hacer
ya la compartí con vosotros (aquí).
Los ingredientes utilizados: mantequillla, azúcar, huevos, harina,
levadura, sal y canela en vez de vainilla en esta ocasión.
Mezclamos la mantequilla, que habremos dejado anteriormente a
temperatura ambiente durante unas horas, con el azúcar.
Añadiremos después el huevo, la sal y la canela, batiendo
todo hasta que quede integrado.
Echaremos la levadura en la harina y las mezclaremos, incorporando
poco a poco esta mezcla a la anterior y trabajando bien la masa.
Haremos una bola con la masa, la envolveremos en film transparente y
la dejaremos en el frigorífico durante unas cuatro horas.
Pasado ese tiempo, enharinamos el molde para evitar que la masa
se quede pegada y lo vamos rellenándo.
Dispondremos los corazones resultantes en papel de hornear sobre
la bandeja de horno y la introduciremos a una altura media,
horneando hasta que las galletas adquieran ese tono doradito
tan apetecible y la casa se haya llenado de irresistible
aroma a mantequilla.
Y de este modo nada complicado ni costoso habremos conseguido
unas riquísimas galletas de mantequilla en forma de corazón para
agasajar a nuestros seres queridos el día de San Valentín.
Una manera frugal de celebrar con la que participo en los findes de
Colorín Colorado.