Huevos Benedictinos: son tus huevos favoritos y no lo sabes

Huevos Benedictinos: son tus huevos favoritos y no lo sabés

Recetas de huevos hay un montón chicos, miles. Pero los huevos benedictinos son mi receta de huevos favorita en el planeta Tierra.

Si los hacés, te enamorás. Para siempre. Prometido.
Como yo, que escribí toda la sarta de tonterías que leerán a continuación inspirada únicamente en mi amor y fanatismo por esta receta.

Pongan atención:

¿Qué tienen los huevos benedictinos que no tienen otras recetas de huevos?

A ver si logro explicar el concepto: cuando uno tiene mucha, pero mucha hambre, cuando una fantasea con comida, cuando pensás “qué rico comer…” no pensás en huevos. Decí la verdad: no pensás en huevos. Pensás en una torta de chocolate, pensás en carne al horno, en un guiso potente. Pero en huevos, no. Mhhh, qué hambre, huevo duro: no. Mhhh, qué hambre, huevo pasado por agua: tampoco. Huevo frito: ¿sí?, ¿creés que sí? Mirá bien, fijate abajo: hay una milanesa abajo.
Bueno, los huevos benedictinos sí entran dentro de esta categoría.
Te juro, te prometo, que me parta un rayo si los huevos benedictinos no te producen un placer extremo en el paladar y en la panza y en la mente y en todo el cuerpacho.
Habrá quien diga: a mí no me gustan los huevos benedictinos. Ese no merece vivir. Pero no porque no le gusten. Por MENTIROSO.  
Habrá quien diga: yo no como huevos. Ese tampoco merece vivir, por ROMPEBOLAS.
Habrá quien diga: yo los quiero pero sin el lomito. Ese… Eeeeessseeee… No me hagan hablar de ESE.
Finalmente, les cuento que la receta data de fines del siglo pasado (podés ver la historia aquí). Hay un poco de polémica respecto a su origen pero es bastante probable que haya sido creada en el Hotel Waldorf de Nueva York. Con siglo pasado obviamente me refiero al siglo XIX, el siglo XX no será el siglo pasado hasta aproximadamente 2034.
En lo personal, probé esta receta desayunando en un lugar muy curioso de Bogotá, la pastelería Jacques, que es algo así como un Versallesito. Me llevó mi amiga Jimena, que en ese entonces vivía en esa ciudad. Huevos benedictinos eran la especialidad de la casa. Si es la especialidad, pidámoslos, dijimos. Una nunca está preparada para ver a la vida revelar sus verdades. 
Agradezco a Jimena esa mañana hermosa, esa charla frenética, su amistad en los años y el hecho de, involuntariamente, haber hecho que los huevos benedictinos y yo nos unamos para siempre.

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Esta es la pastelería Jacques

Ingredientes

para 2 porciones 

2 huevos
2 rodajas de pan
2 rodajas gruesas de lomito (puede ser también jamón)
2 cdas. de vinagre
Unos tallos de ciboulette para decorar
Manteca
Sal y pimienta 

Para la salsa holandesa

1 yema
75g. De manteca
1 cda. De jugo de limón
Sal y pimientaReceta huevos benedictinos

te va a cambiar la vida

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1. Tostar las rodajas de pan y poner una en cada plato. Untar uno de los lados con manteca.
2. Dorar levemente el lomito de ambos lados en una sartén con un hilito de aceite. Colocar cada rodaja sobre un pan.

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3. Escalfar los huevos: romper cada huevo en un cuenco aparte (sí, esta vez, hacelo así). Poner a hervir agua con el vinagre. Dejar a fuego medio bajo. No queremos que hierva fuerte porque se nos desarmará el huevo. Cuando esté a punto de hervir, revolver con cuchara varias veces, formando un remolino en el agua. Colocar uno de los huevos en el centro del remolino, esto hará que nos queden armados y la clara no se vaya de paseo por toda la olla. Cocinar hasta que veamos que la película que cubre la yema está blancuzca. Escurrir el huevo y colocarlo sobre el lomito (en el pan). Repetir la operación con el otro huevo.

 

huevos benedictinos

4. La salsa holandesa: no es la salsa más fácil de hacer pero si seguís paso a paso lo que te digo saldrá bien. Batí la yema con un chorrito de agua al baño maría (a fuego suave). Tené preparada la manteca fría y cortada en cubitos. Vas a ir agregando de a un cubito de manteca mientras batís. El truco está en que la manteca va enfriando la yema para que no se cocine. Hay que batir continuamente. Al terminar el último cubito de manteca, agregar el jugo de limón, sal y pimienta (click aquí si querés ver este proceso con más detalle: receta salsa holandesa).
5. Bañar los huevos con salsa holandesa y decorar con las ramitas de ciboulette. 
6. Ser muy feliz. Llorar con el último trozo. Reflexionar un rato sobre la maravilla que acabás de comer y enviarme este tweet:

 

Sí, Paulina, fundemos la ADUHB: Asociación de Defensores a Ultranza de los Huevos Benedictinos
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Huevos benedictinos: el climax

recuerdo de un momentazo gastronómico

Budín con confites de chocolate-001


  

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