Mientras dormían (Receta para una historia nº88)

Nos despedimos del primer mes del año para darle la bienvenida a febrero con una nueva receta para una historia.

Enero ha sido un mes intenso porque comenzaba continuando con las fiestas navideñas, más reuniones familiares y de amigos. Luego llegaron los Reyes Magos, que este año lo hemos vivido a lo grande con Ma Petite Chloé. Entre tanto, nuestra salud no ha sido muy buena y ha costado recuperarnos tanto a Ma Petite Chloé como a mí. Yo he tenido revisiones médicas con alguna muy buena noticia. En la guardería ha habido actividades y celebraciones diversas que han requerido preparar cosas en casa, que hacemos con mucho gusto. Además, hemos estado viendo qué cole le puede interesar más a la peque porque pronto hay que solicitar plaza y buscando actividades extraescolares que le gustasen. Febrero se prevé igual de movido que el mes que le antecede.

Se acerca el carnaval y para mí, después de los carnavales de Córdoba que los vivía intensamente cuando vivía allí, y el famoso carnaval de Cádiz, el tercero es el Carnaval de Venecia, una ciudad que nos encanta. Por eso, he elegido un libro de Donna Leon, ya que sus novelas de la saga del Comisario Brunetti, que ya sabéis que nos gusta mucho en casa.

En esta ocasión he elegido la novela "Mientras dormían" porque eso es lo que Monsieur Accidents y yo necesitamos, dormir. Y, además, es uno de los que no os he hablado hasta ahora.


Se trata de la sexta entrega de la saga y nos acompañó en uno de nuestros viajes en tren a Córdoba. ¿Por qué me acuerdo? Porque Monsieur Accidents guardó en él los billetes de tren del viaje que hicimos el 15 de julio del 2002, Puerta de Atocha - Córdoba C. Me gusta que los libros me recuerden vivencias ya pasadas que no recordaba.

También me he encontrado con una guía de personajes en la que describen a Guido Brunetti y su familia (su esposa Paola y sus hijos Raffi y Chiara) a sus suegros, su jefe Giusseppe Patta, la secretaria Elettra Zorzi y al resto del equipo (el sargento Vianello y al forense Ettore Rizzardi). Y como no, a Venecia.


Os recuerdo que ya he compartido con vosotros algunos libros de esta saga como Muerte en La Fenice, Muerte en un país extraño, Vestido para la muerte, Muerte y juicio, Acqua alta, Amigos en las altas esferas, Un mar de problemas, Malas artes, La chica de sus sueños y La otra cara de la verdad.

Y ahora os dejo con los ingredientes para elaborar un delicioso plato italiano lleno de sabor, cultura, intriga y misterio:

1 comisario (Opcional: Guido Brunetti)

1taza de ciertos elementos religiosos inquietantes

1 almuerzo familiar

1 taza de clases de religión

1 hija adolescente (Opcional: Chiara)

1 sacerdote que da signos de un comportamiento poco menos que inadecuado

1 monja conocida (Opcional: Suor Immacolata)

1 questura de Venecia

1 taza de sospechas sobre circunstancias de la muerte de unos ancianos en una residencia

1 aventura impregnada del pesimismo que envuelve Venecia

1 enfrentamiento

1 taza de poderes que se creen por encima de la ley de los hombres

1 entramado de intereses económicos e ideológicos




En un almuerzo familiar, cocinamos a un comisario (Guido Brunetti) que ve su existencia alterada por una interrupción en su vida de ciertos elementos religiosos inquietantes cuando descubre que las clases de religión que su hija adolescente (Chiara) recibe son impartidas por un sacerdote que da signos de un comportamiento poco menos que inadecuado.

Añadimos a una monja (Suor Immacolata) que el comisario conoce de un caso anterior (Vestido para la muerte) que llega a la questura de Venecia para exponer sus sospechas sobre circunstancias de la muerte de unos ancianos en una residencia. Sofreímos durante unos minutos antes de agregar el arroz.

Introducimos una aventura impregnada del pesimismo que envuelve Venecia y cocinamos durante unos minutos sin parar de remover.

A continuación, añadimos un enfrentamiento con poderes que se creen por encima de la ley de los hombres por el hecho de asentarse sobre un entramado de intereses económicos e ideológicos y removemos hasta que se haya absorbido bien antes de añadir otro cazo de caldo. Así hasta que el arroz esté al dente.

Cuando el arroz esté al dente, apartamos del fuego, agregamos el parmesano y removemos hasta que esté bien integrado. Dejamos reposar durante unos minutos.

Es mejor servir este risotto de calabacín en una de las terrazas que dan al Gran Canal y disfrutarla en compañía de la familia. A mí me gusta espolvorear un poco de salvia fresca picada antes comenzar a degustarlo.



Como siempre, os invito a que penséis y escribáis un relato con estos ingredientes y lo compartáis con nosotros. Puedes seguir mi receta o hacer la tuya propia. Es una forma de dejar libre nuestra imaginación y desarrollar nuestra creatividad.

Bon appétit!

Fuente: este post proviene de Pequeños Accidentes, donde puedes consultar el contenido original.
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