Son las fiestas de la ostentación porque nos encanta parecer ricos. Son las fiestas del individualismo porque no nos importa nada si en el otro extremo del mundo o al lado de nuestra casa hay personas que no pueden cubrir las necesidades básicas. Y son las fiestas de la superficialidad porque casi es obligatorio ser feliz. Lo importante es recordar que la verdadera elegancia se mide por la discreción y la naturalidad.
Tradición o vanguardia
Los platos que preparamos para estos días pueden ser los más tradicionales. Éstos suelen tener un sabor entrañable y nos recuerdan nuestra niñez o nuestra tierra de origen si ya no vivimos allí. De todas formas, hoy en día, la moderación se impone, especialmente en la cantidad y en las materias primas utilizadas en la elaboración. Las mismas recetas de antaño, ligeramente modificadas, nos permitirán degustar platos de toda la vida, pero con menos grasa y más digeribles.Los que prefieren la cocina moderna optan por una gastronomía de menos cantidades y una excelente presentación. También es cierto que el éxito entre los comensales no está tan asegurado como con la gastronomía tradicional, puesto que los sabores y texturas resultantes son más innovadores y extraños. Es importante tener en cuenta que normalmente la presentación es exquisita. Este detalle es importante puesto que el emplatado nos llevará más tiempo y necesitaremos más espacio en la cocina.
Catering y dulces navideños
Podemos recurrir a empresas de catering que prepararán para nosotros deliciosos platos, por lo que no nos tendremos que preocupar por los resultados de nuestra dedicación a la cocina, aunque suele resultar más caro. Escogemos platos ya preparados, pero debemos esforzarnos en que la combinación sea la adecuada. El primer plato siempre tiene que ser más ligero que el segundo y, en general, debemos evitar el exceso de grasas, el abuso del marisco, los menús demasiado altos en proteínas y, en los postres, ser moderados con los dulces.Como no se puede hablar de Navidad sin hablar de turrón, nuestro consejo es priorizar la calidad por encima de la cantidad. Nuestros paladares son cada vez más refinados y no sólo queremos un postre dulce, sino que sea también excelente: elaborado artesanalmente, con ingredientes naturales y con una buena presentación. Cada vez son más las variedades que aparecen en el mercado, por tanto, en la exposición, debemos mostrar también nuestro buen gusto y moderación. Otros dulces navideños como mantecados, polvorones o barquillos se pueden presentar adicionalmente, siguiendo las mismas pautas.
Lo poco elegante
Recargar la casa con adornos navideños: belén, árbol, luces, guirnaldas, bolas, brillos sin límite, etc.
Poner los villancicos más manidos durante la cena o comida de Navidad.
Menos recomendables son las 'versiones modernas' de esos villancicos.
Comprar los productos más caros del mercado y, sobre todo, comentar el precio ante los invitados.
Vestirse de gala cuando los demás invitados no pueden hacerlo o no es el momento adecuado.
Excederse con el alcohol en Nochebuena o Nochevieja.
Agradecimientos: Teresa Baró, Asesora de comunicación personal. Directora de Icómpani. info@icompani.com