Al contrario de lo que se suele creer, el comercio justo está muy lejos de ser una actividad comercial minoritaria. Su volumen de negocio va en aumento, no sólo por el apoyo de consumidores solidarios, sino también porque se ofrecen cada vez más productos de calidad a precios realmente competitivos. Por ejemplo, el café: según la ONG Solidaridad Internacional, en Holanda o Suiza ya representa un 5% de las ventas totales de café. También son un reclamo importante alimentos como el cacao, los cereales, las infusiones y las especias. Sin embargo, el catálogo es cada vez más amplio: desde pastas, frutos secos, patatas, conservas y miel hasta vinos y refrescos, pasando por todo tipo de alimentos procesados típicos del hemisferio sur. El protagonismo, efectivamente, está en los países en vías de desarrollo de África, Iberoamérica y Asia.
Una iniciativa con años de historia
Hace ya más de 30 años que existe el comercio justo, un movimiento internacional que intenta fomentar unas relaciones comerciales equitativas entre Norte y Sur. Aunque el colonialismo haya dejado de existir, parte de ese legado perdura. El intercambio comercial se desvirtúa a través de políticas proteccionistas que benefician a la parte más fuerte de las transacciones y contribuyen a perpetuar la pobreza en los países pobres. Los productores se ven obligados a malvender su mercancía, lo que revierte en los salarios, cerrándose un círculo vicioso que impide que las comunidades del sur consigan despegar de la miseria.Miles de organizaciones sin ánimo de lucro trabajan para acabar con esas barreras, no sólo desde el punto de vista de la organización del trabajo comercial, sino también en el terreno de la concienciación, sensibilización y cooperación. La coordinación entre todas ellas viene de mano de organismos como la EFTA (European Fair Trade Association, a nivel europeo) o la IFAT (International Fair Trade Association, a nivel mundial) u otras asociaciones internacionales y nacionales (como es el caso de España, la Coordinadora Estatal de Comercio Justo).
A dónde va nuestro dinero
Son ya miles las tiendas que específicamente se dedican al comercio justo, y decenas de miles los puntos de venta, aparte del negocio que genera el comercio on line. En los sitios donde se comercializan estos productos también encontrarás información relativa al origen de la producción, para que sepas qué estás comprando y a quién estas ayudando. Normalmente los beneficiarios son pequeños grupos de población (cooperativas, familias, mujeres, minusválidos¿) que no tienen la capacidad, por sí mismos, de acceder al mercado internacional. No tienen experiencia, dinero o recursos para poder competir y las organizaciones no lucrativas que trabajan el comercio justo les dan la oportunidad de llegar al consumidor de los países ricos, que tiene un mayor poder adquisitivo.Eso sí, no hay que engañarse. El comercio justo es, ante todo, un negocio. Por eso, lo que pagamos al adquirir un alimento no es una limosna que va directamente al productor del sur: por un lado, cubrimos los gastos de transporte, impuestos o distribución (como lo haríamos con cualquier otro artículo), pero, por otro, tenemos la garantía de que estas comunidades pobres obtienen el dinero suficiente para que puedan subsistir y mejorar el nivel de vida de las personas que la forman.
Buenos propósitos en tus regalos
Son muchas las organizaciones solidarias que tienen productos especiales para Navidad (de hecho, en cualquier tienda de comercio justo podrás encontrar lotes navideños para casa o regalar). No hay nada mejor que aprovechar estas fechas tan familiares para disfrutar en el hogar de los deliciosos productos que vienen de países tan lejanos o, simplemente elegirlos para regalar, como una muestra de solidaridad no sólo del que obsequia, sino, sobre todo, del que lo recibe. Asimismo, son muchas empresas que optan por obsequiar a sus empleados con una cesta de Navidad más solidaria.Tanto si son los lotes específicos de sabores (cafés, frutas, miel) como si nos decantamos por los packs más variados donde se hace una cuidada selección respecto al origen de los productos (existen cestas de América, Asia y África), se trata de un regalo lleno de buena voluntad en estas fechas. Mermelada de Ecuador y Kenia, tes de Sri Lanka, arroz aromático del Himalaya, cacao de Bolivia, anacardos de Brasil, café de Chiapas y Tanzania¿ Un paseo exótico por los lugares más recónditos del mundo que nos permitirá disfrutar de sabores únicos y también de la satisfacción de que, por poco más dinero, estamos ayudando a comunidades que realmente lo necesitan.