¡San Valentín ya está aquí! Y hoy, para celebrarlo, os voy a poner una receta que publicó el año pasado Pamela y que me encantó. Es un Brownie red velvet (por eso de que el rojo es el color de la pasión) con cheescake, y que cortaremos en forma de corazoncitos para que le deis, a modo de bocado, al amor de vuestra vida.
Ingredientes:
Para el brownie:
*160 g de azúcar
*dos huevos tamaño L
*20 g de cacao en polvo
*100 g de harina de trigo
*110 g de mantequilla
*una cucharadita de extracto de vainilla
*una cucharadita de colorante en pasta rojo
*una pizca de sal
Para el cheescake:
*125 g de queso crema (tipo Filadelfia)
*60 g de azúcar
*un huevo tamaño L
*media cucharadita de extracto de vainilla
Preparación:
Derretimos la mantequilla en el microondas y la mezclamos bien con el colorante. Batimos la mezcla junto con el azúcar y el cacao.
Rompemos un poquito el huevo en un bol y lo agregamos a la mezcla anterior, hasta que esté todo bien integrado. Acto seguido, incorporaremos el segundo huevo, también ligeramente batido.
Cuando la mezcla esté homogénea tamizamos la harina junto con la sal y las agregamos con movimientos envolventes sin sobre batir demasiado la mezcla.
Ya tenemos preparada la masa del Brownie, de la que separaremos un par de cucharadas para el final.
Cuando tengamos toda la masa preparada la vertemos sobre un molde (yo, en este caso, he utilizado uno cuadrado) bien engrasado o cubierto con papel de hornear.
Ahora pasamos a preparar el cheescake.
Batimos durante un par de minutos el queso crema para que se mezcle mejor. Añadimos el extracto de vainilla y el huevo ligeramente batido y continuamos mezclando.
Una vez mezclado, repartimos la mezcla por encima del Brownie con cuidado de no mezclar lo todo. Es entonces cuando repartimos las dos cucharadas que habíamos reservado de la masa del Brownie y la repartimos de forma aleatoria encima del cheescake.
Con una brocheta o con una espátula, comenzamos a hacer remolinos sobre la masa para que quede esa forma tan bonita sobre la superficie.
Lo introducimos en el horno precalentado a 165°, calor arriba y abajo, durante más o menos media hora (hasta que al pincharlo con una brocheta el palo salga limpio). Luego, lo dejamos enfriar completamente sobre una rejilla.
Y ahora, tan sólo tendremos que coger nuestra placa de bizcocho y cortarla con la forma que más nos guste. En este caso, al ser San Valentín, lo cortaremos en forma de corazón, para hacer porciones individuales.
¡Listos y riquísimos! Seguro que sorprendéis a vuestra pareja con estos deliciosos bizcochitos.