Las personas que se acerquen a la Ciudad Condal durante este periodo podrán disfrutar de ferias y salones del sector, ciclos de cine y de música, congresos, simposios internacionales, itinerarios gastronómicos, muestras en la calle y en los mercados, degustaciones de vinos y cavas, fiestas populares, concursos de cocineros, una exposición de literatura gastronómica, la creación de menús especiales y muchos otros actos, todos ellos en torno a la cocina.
Capital de la dieta mediterránea
Mar, montaña, secano y huerto son los cuatro elementos que hacen de la cocina catalana uno de los baluartes de la dieta mediterránea. Se trata de una alimentación rica en cereales, verduras, frutas y hortalizas, regada con vino y combinada con el mejor aceite de oliva y productos del mar, que posee unos beneficios plenamente corroborados por médicos y científicos de todo el mundo.La dieta mediterránea y cultura de la buena mesa se asocian a un estilo de vida del sur de Europa más tranquilo y relajado. Ambos factores son claros exponentes de la cocina catalana, donde dedicarle tiempo y esmero a la comida suponen calidad de vida y bienestar. La actividad, el clima y el alma de la Ciudad Condal aconsejan complementar el típico turismo de museos con otros reclamos, como el patrimonio histórico, las compras, los espectáculos, la vida en la calle y, evidentemente, la gastronomía.
De hecho, la oferta culinaria de Barcelona es una de las actividades económicas que más ha crecido en los últimos años. Los establecimientos no sólo cuidan la calidad y originalidad de los fogones, sino que buscan espacios donde el diseño y la arquitectura hagan de la comida una actividad placentera en todos los sentidos. No en vano, la ciudad ofrece la oportunidad de convivir con los creadores gastronómicos, lo que representa una experiencia estética única.
Innovación culinaria
Barcelona es herencia y tradición, pero también vanguardia gastronómica. La combinación de sus recetas ancestrales con los esfuerzos de nuevos profesionales de la cocina han contribuido, por ejemplo, al hito de que Barcelona se convirtiese, en el año 2002, en la primera ciudad golosa no francesa. Es éste un reconocimiento que, de una forma práctica, ya hacen explícitamente otros agentes de influencia en el sector, como la Guía Michelin, que distingue la ciudad con un total de nueve estrellas.Actualmente Cataluña goza del privilegio de convivir con algunos de los mejores cocineros creativos del mundo. En este sentido, en los últimos meses han proliferado los reconocimientos mediáticos de los cocineros catalanes. Ferran Adrià, por ejemplo, ha sido elegido una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista Time. Los nombres de Santi Santamaria, Fermí Puig, Carles Gaig, Carme Ruscalleda o Sergi Arola, por citar algunos, gozan de una gran proyección mediática y de una excelente aceptación profesional.
Por ello Barcelona y Cataluña han decidido acercarse durante doce meses al hecho culinario, a la gastronomía. Con el Año de la Alimentación, la Cocina y la Gastronomía no sólo homenajean la rica tradición culinaria catalana, sino también la capacidad que tiene ésta de integrar y de abrir nuevos horizontes.
Para los ciudadanos
Las actividades que se espera que tengan más participación ciudadana son las que se harán en calles y plazas, como la muestra de cocina y vinos que organizará el Gremio de Restaurantes. Barcelona también invitará a cocineros de todo el mundo para celebrar un acto donde la paz y la gastronomía serán los hilos vertebradores. Estas celebraciones en la calle contarán asimismo con degustaciones de aceite, fruta o vino.Las muestras de cocina en los mercados estarán muy relacionadas con la tradición culinaria más arraigada en el pueblo catalán. Tan es así que se ha pensado distribuirlas de acuerdo con cada territorio y temporada. Por ejemplo, comenzarán en marzo con el cerdo de Osona y la trufa; en mayo girarán en torno al Aplec del Cargol; julio será el mes de la cocina del Ebro; septiembre, el de las del Berguedà, con las setas como grandes estrellas; octubre pondrá el énfasis en la cocina de la Barceloneta; noviembre estará dedicado al xató; enero, a xicoia; febrero, al calçot, y así hasta completar todo este año gastronómico.
La multiculturalidad, tan presente actualmente en Barcelona y en toda la comunidad, también estará representada, ya que los mercados mostrarán las diferentes cocinas étnicas del mundo. Todo ello, sin olvidar las tradiciones culinarias más arraigadas en Cataluña. Los mercados, en este sentido, serán los foros elegidos para celebrar actos en relación al bacalao, la tortilla, el cava, las tapas...
El calendario de actividades también ha reservado un espacio dedicado a los libros de gastronomía, con presentaciones, exposiciones y una Feria de Libros de Cocina. Además, la música y el cine se fusionarán con la cocina: el Festival de música avanzada Sónar o la Filmoteca de la Generalitat participan también en estas jornadas culinarias únicas.
Año de la Gastronomía, 600 años de sabor
En el 2005 no se celebran cien o doscientos años de ningún acontecimiento capital para la cultura alimentaria de Barcelona o de Cataluña. En realidad, ya hace más de 600 años que el intelectual, moralista y consejero de reyes Francesc Eiximenis escribió: Com catalans mengen pus graciosament e ab millor manera que altres nacions: "cómo catalanes comen con más gracia y con mejores maneras que otras naciones".Durante la Baja Edad Media y el Renacimiento, los prescriptores más influyentes en materia alimentaria de Europa también reconocieron el magisterio de los cocineros de Cataluña. No olvidemos que algunos de los primeros recetarios europeos de cocina escritos en lenguas románicas (s. XIV y XV) son en lengua catalana; como el denominado Sent Soví. Y, como ya apuntó el filósofo y matemático Rudolf Grewe al hacer la edición crítica de este manuscrito, es evidente que la cocina catalana de la época tuvo una importante proyección internacional.
El hecho gastronómico barcelonés y catalán se merece un homenaje, de ahí las celebraciones del Año Gastronómico, que comienzan en marzo de 2005. Las iniciativas de este tipo, que suelen reconocer algún acontecimiento o a alguna figura histórica, llegan en esta ocasión a las cocinas, auténticas fábricas del sabor, para conmemorar el buen savoir faire de los fogones catalanes. Sobre las mesas de la comunidad, y de su capital, han desfilado durante los últimos siglos menús, ágapes, comidas y platos que son el testimonio de su época. Un interesante museo viviente de la cultura catalana, de la europea y del caminar del mundo que merece la pena conocer de primera mano.