Por tanto, una fotografía bien sacada de una receta garantiza que guste aún más ese plato. A continuación, resumimos una serie de nociones básicas apuntadas por Fernando Barón, moderador de los canales de Bricolaje y Manualidades, para conseguir que las instantáneas que tomemos de nuestras recetas provoquen que los que las vean sientan todo el aroma y sabor de las mismas con sólo mirarlas.
Claridad y nitidez
La luz es un aspecto clave en cualquier fotografía que se precie. La ventaja que apunta Fernando en el caso de las de cocina “es que no hace falta invertir en luz extra”. Es decir, la mejor luminosidad la ofrece la claridad que entra por la ventana, la luz natural. No hace falta iluminación artificial como en otras sesiones fotográficas. “Los azulejos blancos, habituales en tantas cocinas, reflejan la luz principal, contribuyendo a un modelado suave”, añade nuestro experto.
Para emplear esa claridad de la ventana, no es necesario el flash. Lo que ocurre, es que prescindir de él implica que tengamos que tener un pulso muy bueno para que la fotografía no salga ‘movida’. El mejor aliado, en este caso, es un trípode. Con uno pequeño, es suficiente. Eso sí, Fernando apunta que es importante, al usarlo, conectar el disparador retardado, ya que “al pulsar, la cámara, aunque esté apoyada en el trípode, se mueve un poco, lo bastante como para que la nitidez de toda la imagen se vaya al garete”.
La perspectiva y el enfoque selectivo
Si hace 20 años las fotografías culinarias se sacaban desde arriba, como si las tomase un paracaidista, esta idea ha cambiado mucho en los últimos años, recomendándose que se tomen desde la perspectiva “del niño asomado a la mesa”, como lo denomina Fernando. De esta forma, incluimos en la imagen la tercera dimensión que proporciona un par de ventajas.
Una de ellas es poder jugar con otros elementos (vasos, flores…), para acompañar el plato donde mostramos la receta. La otra, es que podemos hacer en el propio plato el denominado enfoque selectivo, es decir, “podemos jugar con el zoom de nuestra cámara para enfocar sólo una parte del plato, o todo, mostrando cada elemento con la nitidez que nos apetezca”, nos aclara nuestro especialista.
Embellecer la foto
No sólo los aspectos técnicos contribuyen a que las instantáneas de las recetas sean de calidad. La mesa donde apoyamos el plato y el propio menaje son claves para la belleza de la fotografía. En cuanto al color de los platos a escoger, Fernando lo tiene claro: el blanco es la mejor elección o, en casos excepcionales, platos de colores lisos y tonos claros. “Vetaremos decididamente la vajilla con dibujos, orlas, rayas, jaspeados, lunares y cualquier adorno que pueda competir con la comida o sobrecargar la escena”.
Otro consejo de nuestro experto es que “es preferible no hacer fotos de nuestros platos sobre la encimera. Queda frío y desangelado, cuando lo que deseamos es sugerir una comida especial y en grata compañía”. Lo que podemos crear para el momento de la instantánea es “una pizca de mesa” de madera antigua, es decir, se puede poner el plato “sobre una tabla añeja y nudosa, y nos parecerá estar en un sitio acogedor y entrañable”.
La fotografía gastronómica queda, con estas nociones básicas, pero muy importantes, más a nuestro alcance. Con ello conseguiremos que nuestro recetario sea mucho más interesante y apetecible.
Imágenes: Fernando Barón y facilísimo.com