Esta búsqueda de bienestar nace en el Extremo Oriente. Fue el profesor Georges Ohsawa quien comenzó a estudiar las propiedades de los alimentos y su relación directa con la salud, atraído por la recuperación que experimentó de una enfermedad, gracias a la alimentación que mantuvo durante su convalecencia. Tras su investigación, estableció unas pautas que determinan si tu vitalidad es la idónea: tener siempre buen apetito, estar alegre y predispuesto a realizar las cosas con esmero, no sentirse cansado, tener un sueño profundo, una buena memoria y sobre todo, ser íntegro.
Mucha gente piensa que el macrobiótico es primeramente vegetariano e incluso vegano; pero no es así. Esta dieta incluye la carne y otros alimentos procedentes de los animales como es la leche. Lo que sí es cierto es que su consumo es menor, ya que éstos pertenecen al grupo de los 'yin' y porque, la mayoría de los que la siguen, efectivamente, no consumen carne.
La dieta del Yin y el Yang
Contiene mucha fibra y sales minerales así como una concentración de grasa muy baja. La base de la dieta son los cereales integrales (el arroz integral está presente cada día), las verduras, legumbres y sopas. Encontramos nuevos alimentos como son las algas y la soja. Muchos proceden de la cocina japonesa (sobre todo los tes) e incluyen derivados y sucedáneos de la soja: miso, shoyu, queso de soja, tofu, tamari, tempeh... La leche de soja y de arroz sustituyen a la que procede de los animales.
Las deficiencias nutritivas que derivan de no comer carne, lácteos y otros productos de origen animal pueden traer consigo anemias, disminución de la masa muscular o carencias de vitaminas como la B12. Las verduras de hoja verde suponen un sustituto para recuperar parte de los nutrientes y con los derivados de la soja también se intenta suplir estas carencias.
Las pautas que te indican qué tomar, en qué cantidad y cómo combinar los alimentos proviene de una clasificación determinada por el yin y el yang. El Yin representa la fuerza centrífuga; es la expansión, lo líquido y lo frío, lo blando, débil y delicado, lo femenino, lo tímido e introvertido, lo pasivo y contemplativo. El Yang sin embargo es todo lo contrario; la fuerza centrípeta, lo rojo y cálido, lo sólido y durable, lo activo y extrovertido, la concentración, lo enfático y lo material.
Alimentos Yin: se tienen que consumir poco porque la energía que proporcionan es debilitante, como la carne, huevos, ajo, miel, azúcar, frutas tropicales como el kiwi, el mango, el plátano y la piña; la ciruela y la sandía; patatas, tomates, berenjenas, lácteos, productos procesados, colorantes, conservas y embutidos.
Alimentos Yang: la energía que suministran es más tonificante: cereales integrales, cebada, centeno, maíz, avena, mijo, trigo; sal marina no yodada, legumbres y algas marinas.
Según la filosofía zen, el invierno es yin y el verano, yang. Teniendo esto en cuenta, la dieta macrobiótica aconseja tomar más alimentos yang en invierno y yin en verano. Es cuestión de complementar y mantener un equilibrio entre los dos pilares.
Alimentos ecológicos y cocina natural
El macrobiótico que se precie respetará el ciclo de la naturaleza. Esto quiere decir que las frutas y verduras serán de temporada y su cultivo ecológico; libre de pesticidas y fertilizantes. El resto de los alimentos también ha de ser biológico; sin tratar ni procesar. Un ejemplo es la leche: las vacas son manipuladas para que den leche todo el año cuando su ciclo natural es el mismo que el de una madre lactante. Se considera leche biológica a la que procede de esta lactancia.
Las frutas hay que tomarlas crudas y frescas y las verduras también; aunque si optamos por cocinarlas la mejor opción es hacerlas al vapor. De esta manera conservarán la mayor parte de sus propiedades. Su preparación tiene que ser lo más natural posible y debemos evitar los fritos y los ingredientes grasos. Las comidas irán en platos separados y se empezará por los alimentos yin.
La base de las bebidas es el agua. Se bebe mucho té y quedan totalmente fuera de la dieta el alcohol, los edulzantes, las gaseosas, las refinadas y todas aquellas que han sido tratadas químicamente.