He aquí algunas pautas de conducta que pueden seguir los niños sin causarles ningún trauma y sin dejar de ser niños. Se pueden introducir paulatinamente estos hábitos y pueden ser comportamientos habituales a partir de los seis años.
-Sentarse donde se les indique, correctamente, no con las piernas cruzadas encima de la silla, o arrodillados. Si quedan demasiado bajos respecto a la mesa, pediremos la ayuda del camarero. La mayoría de establecimientos tienen cojines especiales, incluso sillas adecuadas para ellos.
-Lavarse las manos antes de sentarse. Si es necesario, asearse un poco, especialmente la cara. Aunque sean niños, es desagradable compartir la mesa con personas desaliñadas, mocosas o sudorosas.
-No empiezan a comer hasta que todo el mundo esté sentado y se les indique que ya pueden empezar. Además, tendrán que reprimir las ganas de "picar" de las bandejas o platos ya servidos.
-Antes de empezar a tomar los alimentos, se colocarán la servilleta extendida sobre las rodillas. Si son muy pequeños, pueden utilizarlas en forma de babero. Las manos tienen que permanecer siempre encima de la mesa.
-Limpiarse la boca antes de beber. Si se sirven ellos mismos la bebida, indicarles que sean cuidadosos. El vaso se llena hasta la mitad y, así, evitamos algunas de las habituales inundaciones a que nos tienen acostumbrados.
-Jugar con los alimentos, lanzar bolitas de pan, hacer ruidos al beber, etc. no es admisible. Es comprensible una cierta torpeza en sus movimientos, pero la norma elemental de "en la mesa no se juega" tiene que ser respetada.
-No tocar la comida o los cubiertos de los demás y no jugar con los cubiertos, pues los accidentes llegan sin avisar. Si los niños no son muy mayores y están solos en una mesa separada o en un extremo de la de los padres, hay que valorar la necesidad de servir la comida cortada, evitando posibles accidentes con los cuchillos.
-A pesar de que no es obligatorio que manejen los cubiertos igual que los adultos, hay que mentalizarles de que la comida, salvo casos muy concretos, no se toca con los dedos.
-Si no les gusta lo que les sirven, previo permiso de los padres, pueden rechazar los alimentos con educación. Esto es preferible a que jueguen con ellos en el plato.
-Aunque esta norma protocolaria no suele coincidir con las indicaciones pediátricas, deberían terminar los alimentos que se les han servido. La solución es pactar razonablemente con el niño, antes de servir, la cantidad que va a comer.
-Si necesitan algo deben pedirlo educadamente, tanto a sus compañeros de mesa como a los camereros. Siempre "por favor" y "gracias".
-No se levantarán de la mesa hasta que hayan terminado, incluso hasta que todo el mundo haya terminado. Algunos padres permiten que sus hijos correteen por las salas del restaurante molestando a las demás personas, actitud que no dice mucho a favor de la atención que dedican a sus hijos.
-Aunque resulta francamente difícil conseguir que no griten, es nuestra obligación insistir en que moderen su tono de voz. De otra forma, convertiremos la comida en una tortura para los oídos.
-Para los adultos resulta obvio que no se canta ni se discute a lo largo de la comida, pero no lo es para estos pequeños aprendices, por lo que nos mantendremos alerta ante posibles muestras de su espontaneidad.
-El trato a las personas encargadas de servir la mesa tiene que ser correcto. A partir de cierta edad, los niños aprenden que tienen que dirigirse a los adultos de "usted": este es el primer paso para un trato cortés y respetuoso con los demás.
En general, se trata de "entrenar" a nuestros niños para que adquieran los hábitos básicos de pulcritud y educación lo más pronto posible. La inteligencia y la intuición de estos "tesoros" les indicaran como tienen que comportarse en cada situación. Pero para que esto sea posible, debemos dotarles de los conocimientos suficientes y hacerles sentir que merece la pena, en determinadas ocasiones, realizar el esfuerzo de contener su desbordada energía.