Hoy vamos a preparar una variante de pizza que se parece más a un pastel que a lo que conocemos comúnmente como el plato italiano: rellenaremos una masa de modo que obtendremos una tarta alta, pero salada y con su sabor característico a base de tomate, queso y especias secas.
Ingredientes
1 masa brisa
Queso mozzarella en lonchas
Queso rallado (si es “Cuatro quesos” mejor: dará más sabor)
Chorizo en taquitos
Lonchas de jamón de york
Orégano (al gusto)
Tomate frito
Preparación
Vamos a ir precalentando el horno a 190º-200º, con calor superior e inferior.
Lo primero que debemos hacer es sacar nuestra masa brisa de la nevera por cinco minutos, de forma que pierda el frío y sea más fácil de manejar y hornear. Pasado este tiempo, la tenemos que colocar sobre nuestro molde: yo he utilizado un molde de aluminio de un solo uso, pero también podéis utilizar uno desmoldable si contáis con él. Hay que centrar bien la masa, calculando que sobre la misma cantidad por cada uno de los lados. Con nuestros dedos, ejerceremos presión por los bordes internos del molde, suavemente y con cuidado, para ajustarlo al mismo y poder rellenarlo al completo. Cuando lo tengamos listo, tenemos que pinchar la masa con un tenedor, para que no coja aire ni se eleve.
Ahora es el momento de rellenar: cubrimos la base con el queso mozzarella en lonchas (si queréis utilizarlo en formato rallado también vale, pero de esta forma nos aseguramos de crear una capa fina y cubrir completamente todo el fondo de la pizza). Sobre el queso, añadimos el resto de ingredientes: yo he elegido chorizo, jamón de york (en lonchas, previamente troceado) y algo más de mozzarella en lonchas, también troceado, pero podéis rellenarla al gusto: el tiempo de cocción será el mismo. Esparcimos una pizca de orégano sobre todo nuestro relleno.
Añadimos el tomate frito directamente desde su envase hasta cubrir todo. Para igualar el contenido, sujetamos el molde de sus dos lados y movemos de izquierda a derecha de forma enérgica, pero con cuidado de que no se derrame. Por último, añadimos el queso rallado sobre toda la superficie, y volvemos a espolvorear el orégano al gusto. Doblamos los bordes de la masa para que se ajusten al contenido, como haríamos con cualquier otra tarta dulce.
Colocamos nuestro molde sobre la bandeja del horno y lo introducimos en el mismo a media altura durante 20-25 minutos… El tiempo de cocción dependerá de vuestro horno, pero la masa brisa estará lista cuando sus bordes empiezan a coger color y dorarse: es el punto exacto para que esté crujiente por fuera, pero esponjosa y tierna por dentro.
Sacamos del horno, ¡y listo! Si quisiéramos transportarla, es mejor hacerlo en el propio molde y luego deshacernos de él. Pero si queréis disfrutar de ella, dejar enfriar unos 10 minutos y proceder a extraerla: si habéis utilizado un recipiente de aluminio, lo mejor es hacer cortes verticales en todos sus lados, dejando un margen de 4-5 cm. entre ellos, y después sacarla con cuidado de que no se rompa con ayuda de una espátula.