Abandonar la casa donde uno se ha criado para comenzar una vida nueva de independencia y madurez es para muchos muy difícil. Y se complica todavía más cuando toca enfrentarse a los fogones sin apenas tener idea de cocinar más allá de un huevo frito o un plato de pasta con tomate. Pronto se echan de menos las recetas de mamá y se recurre a la técnica de llenarse la tartera cuando se va de visita a casa de los padres.
Es importante no basar la dieta sólo en cosas congeladas y preparadas por el temor a enfrentarse a cocinar. Hacer recetas caseras como las de tu infancia no es tan complicado. Siguiendo los pasos que aquí te damos, podrás quitarte el miedo a cocinar guisos y platos de lo más sabrosos que no tendrán nada que envidiar a los que cocina tu madre.
Un arroz y una ensalada
Lo más lógico es empezar a preparar platos sencillos para ir poco a poco cogiendo el manejo a la cocina y convertirse en un habilidoso chef casero. Uno de esos platos es el arroz blanco al que podemos añadirle una salsa o unos champiñones. Un truco para conseguir que el arroz se quede en su punto es añadir el doble de agua que de arroz en la cacerola. Con una taza pequeña puedes coger la medida perfecta.
Otra opción rápida y sencilla, además de tremendamente sana, es preparar varias ensaladas. Por ejemplo, puedes hacer una con filetes de pollo, que previamente harás a la plancha. Los troceas y los mezclas con varios tipos de lechugas, tomate y los vegetales que se te ocurran. Otra opción nada desdeñable es la famosa ensalada campera para la que sólo necesitas patatas, huevo cocido, tomate, cebolla, aceitunas y un poco de aceite de oliva.
Platos más fuertes
Si lo que deseas es prepararte buenos platos de cuchara como unas lentejas o un cocido, el primer paso es hacerse con una olla exprés. Preparar estos platos no tiene más misterio que echar los ingredientes y dejarlos durante el tiempo exacto de cocción. La paciencia también es indispensable, porque estas recetas rara vez salen bien a la primera.
Estos dos platos, aunque son muy comunes en todas las casas españolas, suelen ser distintos en cada una, pues hay ingredientes que se pueden variar. Prácticamente todos aprendemos a hacerlos a partir de la receta de nuestra madre o abuela. Pregúntasela, apunta todo bien y sigue cada paso al pie de la letra. Verás como al cabo de dos o tres veces los haces de memoria y te atreves a innovar.
Para tomar en el desayuno
Si echas de menos levantarte por la mañana y tomar un bizcocho recién hecho con una taza de café, no debes privarte de ello porque vivas solo. La elaboración de este postre es de lo más fácil. Sólo necesitas echar harina, huevos, azúcar y levadura en un bol y mezclar. Dependiendo de cómo lo quieras, le puedes añadir ralladura de limón o chocolate fundido. Lo metes a hornear y listo.
Como ves, hacer comidas caseras no debe suponerte un trabajo extremadamente difícil. Estos son algunos ejemplos, pero hacer unas croquetas o un buen pisto manchego, entre otras muchas cosas, puede ser posible con ayuda de los consejos de tu madre, un libro de recetas o los foros de Internet. La habilidad y las ganas corren de tu parte.