España posee una centenaria tradición vinícola que se manifiesta tanto en caldos de excelente calidad e inigualables aromas, como en la proliferación de Denominaciones de Origen que la garantizan. En la provincia de Huesca se encuentra la comarca de Somontano, cuna de vinos desde muy antiguo que, poco a poco, han ido desarrollándose hasta encontrarse como punto referente en las guías gastronómicas más destacadas.
El nombre de la demarcación oscense proviene de su situación a los 'pies del monte'. Cerca de las sierras de Guara y las Salinas, una de las puertas a los Pirineos, en sus bodegas conviven las técnicas con más solera con la incorporación de las tecnologías más avanzadas.
La Denominación de Origen fue concedida en 1984 y comprende un total de 43 municipios, con centro en Barbastro. El control de calidad corre a cargo de un Consejo Regulador, que garantiza que la producción, la crianza y la venta se dan en las condiciones óptimas.
Condiciones de cultivo
La comarca, situada a una altitud de entre 350 y 650 m, destaca por sus suelos pardos calizos y los terrenos blandos, que permiten el adecuado cultivo de la vid. El clima también es importante para la formación de la uva. Se caracteriza por temperaturas bajas durante el invierno, y en la temporada estival, altas por el día y suaves por la noche. Además, destaca la influencia de los Pirineos, que aporta personalidad a los caldos.
La producción vinícola en esta comarca se conoce desde el siglo II a.C. y se intensificó por los asentamientos romanos en la zona, que trasladaron las técnicas procedentes de la península itálica. En la Edad Media, los monasterios tuvieron un papel fundamental en la continuación de la tradición. Durante el siglo XIX, la demanda experimentó un destacado aumento.
Sin embargo, en la última década el crecimiento ha sido espectacular. Mariano Beroz, presidente de la D.O. Somontano afirma que "en los últimos catorce años hemos pasado de vender 700.000 botellas a vender 12 millones en un segmento de mercado medio-alto, donde todas nuestras bodegas tienen una referencia de alta gama". Los objetivos para el futuro son, según Beroz, "mantener la oferta y la demanda interna de la uva equilibrada y vender el 100% del vino con Denominación de Origen que se produce en Somontano".
Las uvas de Somontano
La Denominación de Origen se otorga a vinos elaborados con distintos tipos de uva. Para los tintos se utilizan fundamentalmente moristel, una variedad propia de la zona, al igual que la parraleta; tempranillo, de la que se extraen vinos afrutados, en especial tintos de crianza, aunque también jóvenes y rosados; y cabernet-sauvignon, procedente de Francia, con una alta proporción de azúcar e indicada para la crianza.
También se producen caldos con garnacha tinta, una uva mediterránea apta tanto para tintos como para rosados; merlot, para tintos jóvenes y de crianza; syrah, con una alta proporción de taninos; y pinot noir.
La chardonnay, rica en azúcares que permiten una buena graduación alcohólica, es la principal variedad destinada a los vinos blancos, al igual que la macabeo, apropiada para caldos jóvenes y espumosos. También se utilizan garnacha blanca, alcañón y gewürztraminer.
Vinos y gastronomía
Un buen Somontano puede degustarse solo o regar una buena comida. Los tintos jóvenes serán un buen acompañamiento de todo tipo de carnes, quesos o embutidos. Los de crianza, que permanecen al menos seis meses en barricas de roble y otros 18 meses de envejecimiento en botella, son ideales para los guisos de caza, carnes asadas o para los patés. Un reserva marida a la perfección con carnes rojas, asados y quesos curados.
Los blancos jóvenes están especialmente indicados para regar platos de pescado blanco o todo tipo de mariscos. Si proceden de uva macabeo, un acierto seguro es tomarlos con pescados azules o con los entrantes. También complementa a la perfección a carnes blancas. Optaremos por los rosados para los platos de pasta o arroces cocinados de múltiples formas.