Escuelas de cocina

La universidad de la gastronomía

Cocina
Son muchas las personas a las que les apasiona la gastronomía, pero que se han quedado estancadas en esta materia. Otros, en cambio, son grandes profesionales, pero saben que para seguir ofreciendo lo mejor a sus clientes necesitan reciclarse. Ante estas situaciones surgen escuelas de cocina que buscan no sólo en enseñar a preparar recetas, sino mostrar técnicas que muchas veces no se pueden encontrar en los libros de cocina y que son más fáciles de aprender si se comparten con más gente.

Especialistas en cocina

Iria Castro es una profesional de la gastronomía con una amplia experiencia tras sus espaldas dentro del mundo de la hostelería más prestigiosa. La maternidad la llevó a alejarse de la rutina de los restaurantes para dedicarse a la enseñanza de sus conocimientos culinarios. Tras probar dando clase en una escuela, se dio cuenta de que lo que de verdad deseaba era ser dueña de lo que enseñaba. Comenzó a dar clases en su casa y poco a poco dio forma al proyecto que hoy lleva con la escuela El Carnaval.

Armario
Esta historia es sólo un ejemplo de los muchos que hay sobre profesionales de la gastronomía que deciden dedicarse a compartir sus maestrías culinarias con personas apasionadas de la cocina. Si bien, casi siempre pensamos en las escuelas de cocina como lugares donde aprender a cocinar desde cero, son muchas las que no pretenden eso, sino enseñar nuevas técnicas y trucos para mejorar conocimientos de cocina previamente adquiridos. Con estas escuelas, como indica Iria Castro, se busca ¿democratizar la alta cocina¿.

Compartir la enseñanza

En estas escuelas de perfeccionamiento y, más concretamente, en la de Iria Castro, las clases se organizan siguiendo un esquema de carácter universitario. La profesora se sitúa en el centro de la sala, donde explica y prepara completamente (hasta el último ingrediente) un menú compuesto de un primer plato, un segundo, un postre y una cata. Todo ello dirigido a unos alumnos que la observan atentamente desde sus asientos situados ligeramente por encima del nivel de la mesa central. Mientras la maestra crea los platos, surge el debate, las sugerencias, las preguntas y la participación espontánea de los oyentes.

Esta organización parecerá extraña, pues solemos relacionar las clases de cocina con la práctica, es decir, con la realización de las recetas por parte de los alumnos a la vez que la maestra. Iria nos explica que esto lo pensó en un primer momento, pero desechó la idea tras una encuesta que realizaron en la escuela y en la que cerca del 90% de los alumnos dijeron no a las prácticas. ¿El modo de participar es con la realización de las recetas en casa¿, explica la profesional.¿ Es fundamental la práctica en casa, porque sino, no se aprende¿.

Cocinera
cocina grande


Para todos los públicos

Aunque a muchos les infunda miedo enfrentarse a este reto, Iria asegura que a estas escuelas acude gente de todo tipo: desde amas de casa que cocinan muy bien pero tienen los conocimientos estancados, hasta hombres, que se enfrentan a vivir solos y a tener que prepararse la comida. También acuden los que no saben ni freírse un huevo, pero que sienten una gran curiosidad por la cocina. A éstos es muy importante prestarles especial atención, debido a que, como afirma la especilista, ¿es fundamental que no pierdan la curiosidad y aprendan más rápido¿.

Lo único que se requiere en estos cursos de cocina es que a los que acuden les guste cocinar. Pero no sólo a los alumnos. Es imprescindible que el encargado de llevar las clases también sienta pasión por la cocina y, además, tenga mucha práctica y conocimientos en el terreno de la gastronomía, pues debe ser capaz de resolver las dudas más insólitas que las personas ávidas de aprender les puedan plantear. En cursos de este estilo la sabiduría, los aromas y los sabores, sin duda, fluyen paralelos.

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