Se pueden hacer con moldes de diferentes formas (como estas que hice en Navidad) o con sellos, como los que utilicé en esta ocasión. Sea como sea, con esta actividad tienes entretenimiento para rato. Por un lado haciendo las galletas, y por otro, haciendo un empaquetado chulo para regalar. Pero empecemos por el principio: los ingredientes:
Tan sencillo como mezclar todos los ingredientes, hasta lograr una masa homogénea. Lo envolvemos en film transparente y lo dejamos enfriar en la nevera media horilla. A partir de aquí, te sientas en una mesa con una música chula de fondo y te lías con el proceso en cadena. Comienzas haciendo bolitas con la masa. Cada bolita se aplasta, dando el grosor que queramos a nuestras galletas, y le ponemos un sello. De ahí, las vamos colocando en una bandeja con papel de horno (no se nos vayan a pegar) y cuando la llenemos, horneamos 10 minutos a 180 grados, o hasta que veamos que tienen el dorado deseado.
Como veis el proceso es muy sencillo y puedo afirmar, con conocimiento de causa, que eso de aplastar las bolitas y plantar el sello, es más que divertido para los niños. Si por ellos fuera, habrían estampado hasta las judías verdes de la cena!
Para decorar, hice unas etiquetas dibujando algunos detalles, agrupé las galletas en paquetes y lo anudé todo con un lazo de flores y cuerda. Los paquetitos quedaron más que curiosos y las galletas deliciosas. Me pareció una idea muy chula, no sólo por lo divertido del proceso sino por la cantidad de ocasiones en las que se pueden utilizar. Te imaginas que vas a tomar café a casa de una amiga y te saca un paquetito de estos para acompañar?
Qué os parece la idea?
Feliz día!!
Fotos: Sara González Carrasco