Mis amigos y yo nunca olvidaremos aquella noche de Halloween y el origen de estos gorros de bruja encantados... Hace muchos años, decidimos alquilar una casa en la montaña para celebrar la noche de Halloween y, de paso, acabar de pasar el fin de semana. La casa estaba en medio de la montaña, y era de acceso bastante difícil. Tuvimos que ir con varios 4x4 para llegar al lugar, pero la casa valía la pena.
Lo recuerdo como si fuese ayer. Aquella noche caía una tormenta tremenda, pero no nos importaba. Estábamos a refugio y muy bien preparados para pasar la noche de Halloween y celebrar una fiesta de las que hiciesen historia. Todos íbamos con nuestros disfraces y nuestras copas de garras con calaveras. Teníamos un montón de comida que preparar y estábamos felices.
Todavía estábamos preparando la fiesta cuando cayó un relámpago al lado de la casa y se fue la luz. Nos asustamos bastante, pero por suerte, en la casa ardía una chimenea con fuego y también teníamos unos cuantos quinqués con los que pudimos volver a iluminar el comedor entero. Al cabo de unos momentos, alguien llamó a la puerta dando golpes...
No esperábamos a nadie, y nos quedamos todos en silencio, mirándonos los unos a los otros. ¿Quién podía estar por esta zona donde sólo había montaña y con esta tormenta?
Volvieron a llamar a la puerta... esta vez, un poco más fuerte. Cogí uno de los quinqués y fui a ver quién era... no era una noche para estar a la intemperie. Cuando abrí la puerta me encontré con una señora mayor, encorvada, casi a punto de desvanecerse y con un atuendo extraño, por decirlo de alguna manera.
Estaba lloviendo a cántaros y, para que no se mojase más, la cogí como pude y la hice pasar. Me dijo que necesitaba ayuda, y que era urgente. La llevé al comedor para que se calentase un poco con el fuego de la chimenea y nos explicase su problema. Tuve que guiarla cogiéndola con cuidado, ya que parecía que se fuese a desmayar de un momento a otro.
Llevaba como una especie de capa de color marrón con capucha muy grande que cubría una especie de gorro. Al entrar al comedor la sentamos en una silla y se quitó la capucha. Debajo de la capucha... ¡La señora llevaba puesto un gorro de bruja! Un gorro de color negro acabado en punta, un poco doblado, con unas estrellas y lunas de varios colores y con una banda de color lila ¿Qué hacía una señora de avanzada edad en la montaña, a punto de desmayarse en medio de la tormenta y con esa pinta?
La señora se quitó el gorro de bruja y lo dejó tirado en el suelo como pudo. Tenía el pelo largo y gris. Con un hilo de voz nos dijo que teníamos que hacerle un favor importantísimo, que su vida dependía de ello.
Sólo os puedo decir que el favor que nos pidió no fue fácil de cumplir. Fue como una especie de ritual y ni mis amigos ni yo entendimos ni qué hicimos ni por qué lo hicimos, pero la mujer parecía desesperada, y realmente necesitaba esa ayuda.
Una vez finalizado el ritual, al cabo de un par de minutos, la señora mayor recuperó las fuerzas y se levantó de la silla. Como agradecimiento nos dio la receta de estos gorros de bruja encantados. La receta es de lo más normal, pero luego hay que decir un conjuro. Nos escribió las palabras mágicas en un papel y antes de dárnoslo nos advirtió:
- Este conjuro encantará los gorros de bruja y sólo funciona la noche de Halloween. Cuando hayáis realizado los gorros, tendréis que repetir las palabras que hay en este papel. Una vez realizado el conjuro, podréis comeros los gorros de bruja. Son irresistibles, pero tenéis que tener muchísimo cuidado. Sólo podéis comer un máximo de dos gorros de bruja por persona. Una vez os los hayáis comido, os convertiréis en brujos y brujas sólo por esta noche. Podréis experimentar la parte divertida de ser brujos... viajar donde queráis con sólo pensarlo, dar vida a cosas que no la tienen, convertiros en lo que queráis y transformar unas cosas en otras. Una vez haya pasado la noche de Halloween, todo volverá a la normalidad.
Entonces su cara se oscureció y nos dijo:
- Como os he dicho, estos gorros de bruja son irresistibles, y si no podéis resistir a la tentación y os coméis más de dos... el cambio será irreversible. Seréis brujos y brujas para toda la eternidad... y no os creáis que ir al infierno es una bendición... o sea, que id con muchísimo cuidado.
Dicho esto, ¡se puso la capucha y desapareció! Tal cual os lo digo. Se desvaneció en medio del comedor... No se dio cuenta de que se había dejado el gorro...
Nos quedamos todos en silencio, mirándonos los unos a los otros, esperando a ver si volvía para buscar el gorro, pero no lo hizo. Al cabo de un rato, comenzamos a discutir si debíamos de hacer los gorros de bruja o no. En medio de la discusión, el gorro de la bruja comenzó a brillar y vimos cómo se convertía delante de nuestros ojos en el gorro que tenéis en la foto de arriba. Una especie de gorro de cerámica que se puede usar como plato. A estas alturas de la noche ya no nos sorprendía nada...
Al final, después de analizar los pros y los contras, decidimos ir con cuidado y hacer los gorros, y fue la mejor noche de Halloween de nuestras vidas... excepto para Olga...
Como ya nos había avisado la bruja, estos gorros eran irresistibles... Algunos comimos uno, por si las moscas, otros comieron dos... Olga comió tres... No nos dimos cuenta de que a escondidas se comía un tercer gorro. Cuando acabó la noche de Halloween todos volvimos a la normalidad, excepto ella... que comenzó a gritar y a desvanecerse dentro de una bola de fuego....
O sea, que si decidís hacer los gorros, estáis avisados. Id con cuidado.
Ingredientes:
15 galletas Oreo finas (pueden ser de las normales, pero no queda tan bien).
15 fresas frescas de tamaño mediano puntiagudas, de diámetro más pequeño que las galletas Oreo.
100 gramos de chocolate negro para fundir (nosotros usamos Nestlé)
80 gramos de mantequilla
Fondant de azúcar de diferentes colores
Complementos
Porexpan o similar para secar las fresas
Papel de hornearPreparación
Primero de todo, avisaros de que las cantidades son aproximadas. Si hacéis más fresas, o si os falta más chocolate, tened en cuenta de que la proporción para cada 100 gramos de chocolate serán unos 80 gramos de mantequilla. El chocolate derretido con la mantequilla no debe de quedar muy denso. De esta forma podremos cubrir las fresas y las galletas oreo sin que quede una cobertura muy gruesa.
Otro aviso: Vais a acabar con chocolate hasta detrás de las orejas... jajaja.
Ahora vamos con la receta. Primero tendremos que lavar bien las fresas. No les quitéis el rabito todavía.
Una vez lavadas, tenemos que secarlas completamente. Las secaremos con papel de cocina y con mucho cuidado.
No puede quedar ni una gota de agua, ya que si cae agua en el chocolate derretido se estropea.
Una vez secas las fresas, les cortamos el rabito de forma que nos quede una fresa en forma de cono.
A continuación procedemos a secar bien la base de la fresa. Las ponemos de esta forma para que el papel de cocina absorba la humedad.
Al cabo de un rato, las volvemos a cambiar de posición, para que sigan secándose las bases de las fresas.
Mientras se va secando la base, ponemos un poco de agua en un recipiente para hacer un baño María en el que derretir el chocolate y la mantequilla.
Vigilad de no poner demasiada agua, ya que cuando comience a hervir, no nos interesa que caiga dentro del chocolate. Ya os he dicho antes que si cae una sola gota de agua dentro puede estropearlo. Ponemos a hervir el agua.
A continuación, y sobre este recipiente con agua, pondremos otro más pequeño con el chocolate partido a trocitos.
Añadimos también la mantequilla.
Vamos removiendo mientras el agua se va calentando. Esto hará que el chocolate y la mantequilla se derritan.
Una vez derretido tiene que quedar un chocolate no muy denso.
Una vez se haya derretido el chocolate, apagad el fuego, pero os recomiendo que no quitéis el recipiente con el agua caliente de debajo. De esta forma, el chocolate se mantendrá líquido durante más tiempo.
A continuación vamos con las fresas.
Usamos un palillo por la parte roma (la que no pincha) para ayudarnos a cubrir las fresas con chocolate. De esta forma, el palillo no perforará la fresa.
Sumergimos la fresa en el chocolate dejamos que elimine el exceso (con cuidado de que no se nos caiga la fresa)
Ponemos los palillos con las fresas cubiertas de chocolate en un trozo de porexpan, o en su defecto (os juro que pensaba que tenía porexpan... qué vergüenza... jajaja) una caja de cartón o similar, para que se sequen las fresas. Cuidado de que las fresas con chocolate no toquen nada. Podéis forrar la caja de cartón con papel de aluminio... yo lo pensé después... jajaja.
Tenemos que dejar que se sequen completamente. Si os va mejor, podéis poner las fresas en la nevera. Así el chocolate se secará antes.
Una vez se haya secado el chocolate de las fresas, vamos con las galletas Oreo. Si el chocolate del recipiente se ha puesto más duro, volvemos a calentarlo al baño María, para que no esté tan denso y podamos cubrir las galletas más fácilmente.
Esta vez usamos un tenedor. Ponemos la galleta Oreo sobre un tenedor (no tengáis en cuenta la cuchara que hay debajo, era para remover el chocolate).
Introducimos la galleta Oreo dentro del chocolate completamente y la volvemos a sacar con ayuda del tenedor.
Dejamos unos segundos para que caiga el exceso de chocolate y luego ponemos con cuidado la base del gorro sobre una lámina de papel para hornear.
Ponemos encima inmediatamente una de las fresas cubiertas con chocolate. Al estar seco el chocolate que recubre la fresa, os será bastante fácil hacerlo.
Repetimos para todas las galletas Oreo y las fresas recubiertas de chocolate.
Dejamos secar completamente. Podemos ponerlas en la nevera hasta que el chocolate se haya solidificado.
Una vez se haya solidificado el chocolate, vamos con los adornos. Hacemos una bola con uno de los trozos de fondant de colores. A continuación, extendemos la bola de fondant con un rodillo hasta hacer una lámina fina. Hacemos lo mismo para el resto de fondant de colores que queramos usar.
Usamos una regla para cortar lo que será la banda del sombrero o el adorno. Si es el adorno, cortarlo un poco más ancho.
Pulir los lados que hemos cortado. Cortar rectángulos para los adornos. Ponemos el rectángulo sobre lo que será la banda y presionamos un poco para pegarlo. No hace falta nada más.
Por último, adornamos el gorro. Tiene que quedar de la siguiente forma:
Repetimos el proceso para todos los gorros, con diferentes colores de fondant.
Aquí tenéis el gorro partido.
Y por último... el conjuro... Repetid todos juntos sin ninguna equivocación...
Daemones noctis strigam his petasum haec gerimus in hac nocte pro trepidi aeternum pythonissam
Reservamos en la nevera hasta la hora de servir. Cuidado con lo que hacéis...
¡Espero que os haya gustado la receta! Si es así, no os perdáis mis actualizaciones. Podéis seguirme haciendo click en "Me gusta" de Facebook, añadiéndome en vuestros círculos en Google +, en Twitter, o en Instagram.