Un mes despúes del fin de la temporada navideña ya puedo hablar de ello sin que me dé un tic. Y además ya estoy completamente preparada. No es que creyera que no lo estaba antes, pero ahora estoy segura al cien por cien. Tras mi tercer viaje transoceánico de 15 horas, con escala, con dos niñas y siendo el único adulto a cargo, definitivamente estoy preparada para ingresar en un centro de terapia a base de largos periodos de silencio combinados con electroshock. Y también estoy lista para un trasplante capilar.
I have survived three long distance flights, with a stop, and with 2 kids, being the only adult in charge. So now all I can think of is checking-in into a retreat facility with white walls and water sounds. And all the recipes I am capable of are simple. Very simple. Yet very tasty. Few steps, and very few ingredients. And lots of flavor.
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Viajar con niños es bastante estresante en general (de ahí la necesidad del trasplante capilar), especialmente si los niños son de su padre y de su madre cuando están dormidos pero solo de su madre mientras están despiertos. Y definitivamente sólo de su madre cuando hay que hacerles el equipaje. Lo que me ha pasado esta vez es que he vuelto a ser madre soltera viajera. Y hay pocas cosas que me produzcan más ansiedad.
Y es que nada más pisar el aeropuerto empieza el espectáculo. Si tienes 3 maletas, un trolley de mano, un bolso y dos niñas, cada vez que te piden que saques los pasaportes y/o la tarjeta de embarque, es el desparrame. Pero el desparrame en el sentido literal de la palabra. Allí se desparrama todo por el suelo en un radio de 1 metro y medio alrededor de mí en el momento que dedico las manos a sacar la documentación. Una vez facturadas las maletas grandes y cuando ya crees que va a ser todo más fácil llega el control de seguridad. Esas bandejas en las que tienes que poner tu vida y que pasan a tal leche que a mí me entra la locura y me quito el cinturón a toda velocidad dando un latigazo que parezco Ángel Cristo pero sin zapatos porque los zapatos ya van por el final de la cinta y a lo lejos veo a una señora inspeccionándolos.
"¿Me dejaría usted poner a las niñas directamente en las bandejas del scanner y así no les tengo que quitar los abrigos ni las mochilas y solo las recojo al otro lado?" Lástima, tenía que intentarlo.
Ya estamos escaneadas, vamos a buscar nuestra puerta de embarque. Qué suerte, está en la zona más alejada de la terminal (Murphy querido, no te digo por dónde te metería tu ley). Me pongo a correr para que las niñas me sigan. Como corro más que ellas (por ahora) voy guiando el camino pero a la vez tengo que ir girando la cabeza como en el exorcista para asegurarme de que me siguen. Como este ya es mi tercer viaje sola con ellas, he perfeccionado la técnica que uso para tenerlas localizadas mientras corro. No es que gire la cabeza más rápido o que ellas corran más. Simplemente les he puesto un cascabel en las mochilas. A cada una con un sonido diferente. Así que allá va corriendo el convoy tintineante. Gracias Papá Noel por la idea de los renos con cascabeles. Mucho mejor la imagen de los renos que la del exorcista, dónde va a parar.
Llegamos! Por los pelos. Tenemos 30 segundos de descanso. Ah no. Que ahora resulta que justo antes de subir al avión hay que ir a hacer pis. Que no aguanto mamá-Que ya sé que vamos a embarcar pero me da igual-Que necesito ir AHORA. Qué ideal hubiera sido haber tenido otro adulto que se hiciera cargo de los bártulos mientras las tres muchachas íbamos al baño... A cambio entramos las tres, con el trolley, las dos mochilas, el bolso y los tres abrigos en un baño. Lo de no tocar nada es misión imposible, estamos rellenando todo el volumen del habitáculo. Si no nos echamos algo de pis en nuestros propios pies o nuestras pertenencias la excursión al baño habrá sido un éxito. Para qué nos vamos a entretener lavándonos las manos, seguramente solo conseguiríamos llenarnos de agua. Así que salimos, nos restregamos hasta el codo con desinfectante de manos como nos han enseñado en Anatomía de Grey y embarcamos.
Embarcamos en un avión de American Airlines en el que todavía deben de tener guardados mis riñones. Me los dejé levantando el trolley para subirlo al armarito del equipaje de mano a falta de otro adulto que me echara una mano. Ahora solo hay que lidiar con la pelea por quién se sienta en la ventana. Gana la mayor y para sorpresa de su hermana y mía lo primero que hace es cerrar la persianilla. Pero... no decías que querías ventana? Sí, pero quiero llevarla cerrada para ver si soy capaz de adivinar cuando se despega el avión del suelo. (Por qué no me apuntaría yo a aquel cursillo de control mental y relajación, por qué?). Despegamos.
Bueno, dado que están recién meaditas y no son muy comilonas calculo que tenemos un par de horas de tranquilidad. O no. Han sido exactamente 15 minutos y la pequeña se ha tirado el agua encima. Toda la ropa empapada. En esta situación no es la primera vez que me veo así que saco la ropa de recambio de su mochila. La vena del cuello creo que me está queriendo decir algo. O no es la vena de mi cuello y es Manolo el del Bombo que está a zambombazo limpio dentro de mi carótida.
Niña cambiada, ya he sacado los auriculares (baja trolley, sube trolley, hernia discal en vertebras lumbares pa los restos), tengo a punto los iPads (Steve Jobs no pienso parar hasta que te canonicen), están empezando a ver una peli, y nos acaban de servir una bebida. Me hubiera tomado 3 chupitos de absenta para llevarlo con más humor pero me queda otro vuelo más después de éste y esta experiencia con resaca no sé por qué me da que no me iba a gustar. Lo dejo en un Bloody Mary y me dispongo a relajarme un rato.Un rato de exactamente 5 segundos porque... Espera, qué dices? Que te haces pis? Pero si acabas de ir? Y tú también? Y nos queda una escala y otro vuelo? Señor piloto pare que me quiero bajar. Lo de hacer escala y que tu vuelo de conexión tenga 7 horas de retraso y te quedes tirado en el aeropuerto de Philadelphia con las dos enanas muertas de cansancio os lo cuento cuando me den el alta en López Ibor. Porque esa parte aún no la he superado...
Os imaginaréis que después de estos estreses no estoy para nada muy complicado. Después del viaje de llegada a España para las fiestas me he dedicado a comer jamón, chorizo y latas de callos los días pares, y comida de mi madre los impares. No me he metido en la cocina nada más que para hacer roscón. Y desde que volvimos no tengo tampoco muchas ganas de complicaciones así que se están llevando el protagonismo de mis comidas y cenas las cositas rápidas y resultonas. Hasta cuando tenemos gente en casa. La receta de hoy es de las ricas, fáciles y de las que quedan apañadas si tienes que llevar algo cuando te invitan o tienes invitados en casa. Yo la he servido de entrante o de postre, de las dos formas queda bien. De entrante con unos embutidos combina estupendamente y de postre con una copita de vino dulce o champán no te digo nada. No se le puede llamar ni receta de lo sencillo que es pero aquí os la dejo:
Ingredientes
Una plancha de hojaldre refrigerado
Dos peras
Tres ciruelas rojas
2 cucharadas de miel
1 cucharada de azúcar
Queso gorgonzola desmenuzado
Huevo batido para pintar el hojaldrePreparación
Precalentar el horno a 180ºC
Extender el hojaldre y estirarlo un poco con el rodillo
Con un cuchillo hacer una marca por todo el perímetro interior del borde del hojaldre, como a 1 centímetro.
Cortar en láminas finas la pera y la ciruela y disponerla colocadita y superpuesta alternando las frutas encima del hojaldre.
Distribuir la miel en forma de hilito por encima de la fruta.
Espolvorear con el azúcar. No echar mucha porque la fruta ya tiene su dulzor.
Pintar el borde del hojaldre con el huevo batido
Hornear unos 30 min o hasta que la fruta esté tierna y el hojaldre dorado.
Sacar del horno y distribuir el queso por encima mientras la tarta está calentita.
Voilà.
Ingredients
1 sheet of puff pastry, thawed
Two pears
3 red plums
2 Tbsps honey
1 tsp granulated sugar
Crumbled Gorgonzola cheese
Egg wash
Directions
Preheat oven to 350ºF
Roll out puff pastry sheet and make a mark all around the perimeter about half and inch from the edge.
Slice pears and plums and arrange them arternating layers of pear and plums.
Sprinkle a little sugar and drizzle with honey.
Brush edges of pastry with egg wash.
Bake for 30 min or until fruit is tender and pastry is golden and crispy.
Remove from oven and sprinkle with crumbled Gorgonzola while tart is still warm.