La damajuana, tradición criolla de la actividad vitivinícola



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La damajuana es una botella de vino especial. Tiene una forma esférica y suele venir cubierta de mimbre.
En mi infancia recuerdo haberla visto en la cocina de la casa de mi mamá y mi papá. Para mí era algo natural, simpático, de hecho no reparé en ella hasta que comencé a estudiar para recibirme de Sommelier.

Historia y origen de la damajuana

La historia cuenta que por el siglo XVI, la reina Juana I de Nápoles se resguardó de una tormenta en la casa de un vidriero, en la localidad francesa de Grasse, en los Alpes. Allí vio varias botellas y se interesó en cómo hacerlas y en el soplado. Parece que probó crear una y sopló con mucha fuerza. De este modo salió un botellón de unos diez litros. El artesano se sintió halagado del interés de la reina en aprender y entonces de ahí en más, él recipientes de ese mismo tamaño a los que llamó “Reine Jeanne”. La reina prefirió dejar de lado su condición y la nombró “Damme Jeanne”. Desde ese entonces a los botellones grandes se les denominó damajuana.
Este recipiente se volvió moneda corriente para almacenar líquido y el transporte.
Llegó al continente americano por los marineros del siglo XVIII.

Según el historiador Pablo Lacoste, “la cultura de comprar vino suelto surge en los siglos XVIII y XIX, en donde las carretas transportaban 20 botijas de cerámica con 72 litros de vino de Mendoza hasta las pulperías de Buenos Aires”

En el siglo XX, hasta los 80 la damajuana tuvo su momento de estrellato, se solían tomar vinos reservas, comunes. No se hablaba de Malbec, Cabernet, de las variedades, era corriente que se tomaran con soda, el 60 % del vino se bebía en damajuana.
Muchos negocios solían tener damajuanas apiladas a la espera de ser llenadas y compradas.
En Mendoza, era frecuente ver que la gente las llevara vacías, compraban el vino en las bodegas y se las llevaban recargadas.
Claro, eran otros tiempos, el vino se tomaba en cantidad. Ya fines de los 70 y los 80 comenzó a aparecer la categoría vino fino y en las mesas argentinas hizo su aparición la botella de 750 cm3. La damajuana se empezó a ver desplazada, sumado a otro acontecimiento lamentable – el vino adulterado – que terminó dando un gran revés al querido botellón.
Sin embargo, varias bodegas han conservado la tradición. Hasta hace poco, en el 2018 la Bodega Norton vendía vino suelto.

El resurgir de la damajuana

Si hay algo que se caracterizó al 2020 fue el aumento en el consumo del vino.
Con el teletrabajo muchas familias pasaron a tomar una copa de vino, no sólo en la cena, sino también en el almuerzo. Además creció la exportación y la venta de damajuanas cerró el año de la pandemia con una suba promedio del 14,77%, según el Observatorio Vitivinícola Argentino en base a datos del INV. Lo que signó el pasado año fue la falta de recipientes, producto de mayor consumo.

La damajuana actualmente no cuenta con el auge de antaño, aunque en varios pueblos de nuestro país aún pueden comprarse. Por ejemplo, en Cafayate, Salta, en la Bodega Domingo Hermanos todavía comercializan vino de esta forma. Ella se resiste a desaparecer. Otras bodegas la trabajan desde la Familia Crotta, Bodega Familia Giaquinta y Bodega La Íride.
Además en la provincia de Río Negro se lanzó el proyecto “Vinos de cercanía”, por medio del cual se puede comprar vino tirado de algunas bodegas en botellones o damajuanas recargables.

Por lo visto incluso podemos disfrutar de la damajuana en rincones, bodegas y pueblos de nuestro país.
Es importante siempre recordar otras épocas, para rescatar lo bueno y aprender de los errores. Sobre todo para contarles a los más jóvenes parte de nuestra apasionante tradición vitivinícola.

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Etiquetas: Vinos y Bodegas

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