Todos en casa tenemos adoración por nuestro Mateico. Supongo que porque a la gran alegría que supone la llegada de un niño se une el hecho que nuestro peque hubiera sido el primer nieto de mi querido hermano Mateo (con el que comparte nombre) así que el amor que sentimos por él es doble. Lo queremos por nosotros y también por lo que lo hubiese querido su abuelo si hubiese podido conocerlo...bueno, y también, porque es un bombonazo que nos ha conquistado con sus risas a carcajadas y con una simpatía fuera de lo común y no lo digo con pasión de abuela (aunque sea mi sobrino nieto yo lo quiero como si fuese se abuela, su primera abuela jajajaja).
Rebeca, que fue la encargada de organizar y preparar toda la mesa (he de confesarlo, en este proyecto yo sólo fui su pinche) lo tenía claro. Quería que todo fuese muy azul, muy tierno y muy de bebé yo creo que lo logró.
Ya se sabe que el calor no es buen amigo de los dulces, y menos aún cuando se trata de una celebración al aire libre en un pueblo como Águilas pero creo que la ilusión fue más fuerte que los casi 35 grados y todos los pasteles aguantaron las altas temperaturas como campeones. Hubo que modificar algunas ideas iniciales: nada de vasitos de mousse y mini tartas de la abuela, en su lugar brownie de Oreo y chuches variadas que a los niños les encantan.
Mar de Papel preparó para nuestro niño una papelería preciosa y personalizada con el nombre y la fecha de bautizo de nuestro Mateo. Gracias a eso las galletitas que preparamos se convirtieron en un precioso recordatorio (bueno, sólo las que los niños dejaron porque ya se sabe que para los peques todas las dulcerías son para hincarles el diente que para recuerdo ya están las fotos jajaja).
Los cakepop de tarta sacher volaron literalmente, claro que es difícil resistirse a un bocadito tan dulce que puede ser devorado de un sólo bocado.
Las chocolatinas, también personalizadas, quedaron preciosas y los cupcakes en los que, debido a las altas temperaturas, sustituimos el buttercream por un merengue italiano que resiste algo mejor el calor.
Dos tortadas aguileñas, decoradas con un volante de merengue completaban la decoración de la mesa dulce de nuestro bollito.
Y para terminar la decoración su nombre en galletas colocado en unas botellas de refresco de Cola rellenas de sal, yo creo que quedaba muy bonito.
Como la mesa se quedaba pequeña para toooooodas las chuches y los dulces decidimos colocar junto a ella una mesita auxiliar decorada con fotos del protagonista (y también de su hermano que es otro príncipe) y en buen manojo de globos.
Yo creo que el duro trabajo al final tuvo su recompensa porque pasamos un día estupendo y de la mesa dulce sólo quedaron los platos y ya se sabe que para una cocinera no hay mayor satisfacción que el hecho de que sus comensales disfruten comiendo tanto como ella preparando.
Y para terminar os enseño una foto de la espectacular vista que nos acompañó durante toda la celebración y así, de paso, presumo un poco de lo bonito que es mi pueblo.