Hoy viajamos por Europa para contaros nuestra experiencia en este restaurante ruso, situado en el barrio de Malasaña de Madrid (Calle Marqués de Santa Ana, 37). "Las noches de Moscú" es uno de los restaurantes rusos más famosos de la capital, que lleva abierto desde hace más de 30 años, acercando la cultura y la cocina rusa a los madrileños.
El local está decorado con motivos rusos, desde dibujos en las paredes que recuerdan a las cúpulas bulbosas de la catedral de San Basilio, de Moscú, a dibujos y figuras de Matrioskas, las famosas muñecas rusas.
Era la primera vez que íbamos a un restaurante ruso, nos gusta mucho probar platos típicos de otros países, así que nos decidimos a visitarlo y probar el menú degustación que tienen por 25/persona que habíamos visto en internet.
El primer plato era una degustación de 5 ensaladas típicas rusas, la camarera fue muy amable porque nos explicó en cada momento qué llevaba cada plato:
- Una era muy parecida a lo que nosotros conocemos por ensaladilla rusa pero añadiendo pepinillo.
- Una de queso
- Una de zanahoria con un toque picante y setas
- Una de arenque
- Una de pollo con nueces
Aunque pueda parecer de las más sencillas, la que más nos gustó fue la de pollo y nueces, el pollo estaba asado y después desmenuzado, era un sabor muy suave pero riquísimo.
De segundo teníamos una degustación de 6 platos de carne (la brocheta nos dieron a elegir si la queríamos de carne o pescado y elegimos de carne).
El filete ruso tradicional también es diferente a como lo solemos comer nosotros en España, más grueso y sin empanar, además de acompañado de una salsa picante. El Strogonoff de pollo fue otro de los segundos platos que más nos gustaron, os lo recomendamos también sin duda.
Para el postre nos trajeron una degustación de 5 postres, dos de ellos de chocolate, otro de naranja, otro muy parecido a una tarta de queso sin horno y el otro era muy similar a la leche frita. El que más nos gustó fue el parecido a la torrija, el que era como tarta de naranja era demasiado dulce para nuestro gusto.
El trato de la camarera fue muy bueno, en todo momento nos explicó cómo se llamaba cada plato y qué llevaba. Fue muy simpática y estuvimos un rato hablando con ellas de las costumbres de su país (ella también era rusa), de las diferencias con el nuestro, la comida, etc y fue encantadora.
Para finalizar, nos invitaron a un par de chupitos de vodka, pedimos uno de ellos mezclado con mango y el otro con frutos rojos, éste último muy rico, pero el de mango estaba impresionante, ¡tenéis que pedirlo sí o sí! :-)
En resumen, si os apetece hacer un viaje gastronómico durante unas horas sin salir de Madrid, os recomendamos que vayáis a este restaurante, ¡contadnos qué plato os gustaría probar de todos los del menú!
Bon appétit!