Inspirado en una receta del Chef Ramsay, me he dejado llevar por mis propios gustos (tú tendrás que emplear los tuyos, por supuesto) para hacer un "remake" y llevármela a mi terreno. Aquí hay mucho cítrico, hay crocante con la nuez, hay matices distintos, fragancias variadas, pero que nunca restarán protagonismo a nuestro atún en lata. Porque las conservas son una fuente de inspiración y se pueden realizar platos curiosos y de alta gama por un precio razonable. Espero que os sirva para "despertar el quinqué imaginativo" de vuestras mentes en las futuras cenas que nos avienen. ¡Mandiles arriba!
Ingredientes (8 mini-tartas)
300-350 grs de atún o bonito en conserva (de buena calidad)
1 cebolleta (el tallo)
2-3 hojas de lima keffir
Cilantro fresco picado
1 lima (y su ralladura)
1-2 tomates secos en aceite
1 trozo de jengibre fresco
Nueces picadas (Nueces de California)
Salsa de soja
2 huevos
Sal, pimienta y aceite de olivaPara la salsa
2-3 cdas de Salsa de soja, Cilantro fresco, unas gotitas de lima, 1-2 cdas de azúcar moreno, 1 cda de vinagre de arroz
Tiempo
20 minutosLa mezcla
Sacamos el atún de la lata y lo colamos bien. Aplastamos ligeramente para que suelte todo el líquido y nos quede lo más seco posible. Lo vertemos en un bol amplio.
Añadimos el cilantro picado, la cebolleta en rodajas finas, las hojas de lima keffir (nos harán las veces de condimento aromático y cítrico), los tomates en aceite troceados, el jengibre rallado... NOTA: Para pelar el jengibre ayudaos de una cucharilla de café para rascar la piel.
APUNTE: Las hojas de lima keffir (Keffir Lime Leaves) se consiguen en tiendas especializadas, yo siempre os recomendaré que os deis un paseo por Sabores del mundo (presencialmente o vía online) para conseguir productos exóticos de primerísima calidad.
Incorporamos también las nueces troceadas, sal y pimienta. Removemos bien.
Ahora vamos con los toques líquidos: la soja y la lima. Tendréis que hacerlo un poco a vuestro gusto. Id probando (es la mejor forma de dar con el toque maestro) hasta dar con ese sabor con personalidad que estáis buscando. NOTA: Puedes sustituir la soja por salsa Teriyaki (mira este link para ver mi receta) o dale un toque picante con unos chiles o unas gotas de Tabasco.
Batimos los dos huevos y los incorporamos a la mezcla del bol. Los amalgamamos bien con las manos hasta obtener una pasta. Vamos haciendo bolitas con las manos y las aplastamos ligeramente (a modo de mini hamburguesa) y las vamos disponiendo, listas para la acción del fuego.
Al fuego
Ponemos a calentar una sartén con 2 cucharadas de aceite, lo extendemos bien por toda la superficie. Vamos colocando las mini-tartas. NOTA: La mejor forma de controlar la cocción es colocarlas según las agujas del reloj, así sabremos cuál debemos voltear primero. Las dejamos cocinar 1 ó 2 minutos (sin que se nos quemen) y las giramos con cuidado y con ayuda de una espátula para que no se nos deshagan, y dejamos cocinar por el otro lado.
La salsa. En un bol añadimos todos los ingredientes y emulsionamos bien. Como siempre, id catando la mezcla y corrigiendo si hiciera falta para dar con el sabor que más os satisfaga.
Emplatado
Disponemos las mini-tartas en un plato o bandeja y espolvoreamos por encima unas nueces troceadas. Decoramos con unas hojas de cilantro y unos gajos de lima. Acompañamos con la salsa aparte para ir mojando - o dippeando - a gusto del comensal. Ideal para comer con las manos a modo de aperitivo o snack. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!
Película ideal para degustar este plato
MONKEY BUSINESS
("Pistoleros de agua dulce" de Norman Z. Macleod - 1931)
Tal vez una de las películas menos conocidas del tridente cómico neoyorkino (o cuarteto, en esta ocasión, con la presencia del anodino Zeppo) pero que ya daba muestras o asentaba las primeras bases de lo que sería la explosión humorística, absurda, anárquica y rocambolesca de los años venideros. "Pistoleros de agua dulce" es la tercera incursión cinematográfica de los genios Marx; es una obra veloz, cargada de sketches memorables, de acidez, ironía, y dardos envenenados. Por supuesto aún quedan por materializarse sus grandes piezas maestras ("Una noche en la ópera" - mi favorita de siempre -, "Un día en las carreras", "Sopa de ganso"...), aunque en esta ocasión vamos siendo testigos de sus afilados diálogos, de los gags físicos, del caos que generan allá por donde pasan...
He escogido "Pistoleros de agua dulce" por varios motivos. Tal vez el que sea una obra "menor" (visto el grueso de su filmografía) y desconocida me hace quererla aún más y romper lanzas en su favor. Pero también goza de un componente marítimo importante (como nuestra receta) ya que la historia transcurre casi en su totalidad a bordo de un lujoso transatlántico. A lo que sumo la presencia de cuatro mini-tartas haciendo las veces de los cuatro hermanos. Ahí encuentro la conexión...
"Pistoleros de agua dulce" no se caracteriza por tener uno de los guiones más redondos de los Marx. Más bien es un cúmulo de situaciones delirantes, con un hilo argumental un tanto endeble. Aunque poco nos importa cuando la función es carcajear. Y aquí se cumple... Debemos ver la obra con perspectiva. Los Marx estaban encontrando su hueco en la comedia, estaban sentando cátedra, probándose al gran público, dándose a conocer, generando la leyenda...
Nuestra receta parte de cuatro polizones (o mini-tartas según la foto) escondidos en cuatro barriles. Casi como un atún metido en su lata de conserva mientras el plato surca los mares de la encimera. Una vez que salen de su "guarida" comienza a reinar la comedia, las situaciones disparatadas, y se van sumando gags e ingredientes de lo más variopintos que enriquecen cada momento. Que van dotando de diferentes simbologías cada sketch. Es lo que tiene la comedia: que es rica en variaciones y conceptos. Desde el chiste irónico de texto hasta el resbalón mudo.
En el bol se van dando cita toda clase de aromas. Obtenemos de esa forma la acidez de los diálogos de Groucho con los cítricos (lima, keffir, cilantro...), el humor negro de Chico (salsa de soja, azúcar moreno...), el desparpajo en crudo de Harpo (las nueces, la cebolleta...) y la sequedad de Zeppo (los tomates... aunque debo reconocer que en esta obra el "hermano soso" tiene más peso que en films posteriores, donde básicamente hace de atrezzo)
La mezcla (a mano, artesanalmente, a la vieja usanza...) va llenando la película y dándole forma. Nuestras mini-tartas caminan por separado y el hilo argumental - que se va trenzando y amalgamando gracias a la presencia de los huevos - les hace reunirse en todo tipo de momentos locos. Todos se hacen guardaespaldas de diferentes gángsters y, como es normal, los equívocos empiezan a sucederse para satisfacción de nuestra mandíbula, que no para de abrirse en modo carcajada.
El atún (que en nuestra cabeza siempre simboliza a los 4 hermanos) se fríe, se hace, se dora, se cocina a medida que el metraje avanza. Las piezas (que no terminan de ser iguales a la vista, como lo eran ellos: cada uno tenía sus virtudes cómicas muy bien diferenciadas) se nos muestran en el escenario cinematográfico del plato y cada bocado nos transmite una sensación. En uno pillaremos esa ironía fina (y judía) de Groucho, en otro la mordacidad de texto de Chico, en otro las patochadas a "pecho descubierto" de Harpo... Cada mini-tarta nos otorga distintos sketches en el paladar, y ahí es donde brillaba con luz propia el "toque Marx": el abanico de humor era tan extenso como lo es nuestra receta con su variedad de aromas y texturas.
"Pistoleros de agua dulce" es un aperitivo o entrante para los platos fuertes de su filmografía. Nuestra receta goza de ese privilegio comparativo, ya que es un "abrir boca" para un menú más contundente. Pronto llegarían las joyas de la corona pero había que sentar las bases, captar a la audiencia, mostrar el repertorio y las posibilidades que atesoraban. Estas mini-tartas tratan de eso mismo: de marcar el camino culinario para esa gran comilona. Cuatro bocados, cuatro hermanos, una saga familiar que masticaremos gozosos por el resto de los días...