Hasta aquí poco problema, ya que no podría decir un solo postre frito típico de aquí. Si los hay, no los conozco. Yo creo que Bilbao somos más de bollo de mantequilla, carolina y pastelito de arroz. El problema viene por esto mismo. A mi me sacas de los buñuelos y los churros y no se me ocurren más ideas. Y quería algo un poquito más original. Inspirada por mis compañeras de grupo, decidí no tirar de Internet sino recurrir a la sabiduría de los libros. Y pensé que si mi querida marquesa de Parabere no tenía la solución, no la tenía nadie.
Estos libros se siguen publicando actualmente, pero la mía es una autentica tercera edición de mi abuela. No de mis pequeños tesoros. Y, efectivamente, la marquesa acudió al rescate mediante un capítulo completo del libro dedicado a masas fritas. De no tener ni una receta, pasé a tener unas cuantas. Finalmente me decidí por esta porque algo hecho de frutos secos, tiene que estar bueno por narices.
El principal inconveniente de estos libros es que no tienen fotos, y yo cocino mucho por la vista. Sólo con la descripción de la receta no me hacía a la idea de la forma que debía dar a la masa.. Así que recurrí a san Google, que esta vez no me fue de gran ayuda. Lo primero que apareció en el buscado fue "quiso usted decir mongolillo". Y ninguna referencia gráfica. Gracias a dios que en twiteer otra persona hizo la misma búsqueda. Así que le pregunté por este postre, y así averigüé que debía de tener forma de croqueta plana (a mi no me salieron así ni de palo?)
Tras esta investigación, he aquí la receta y el resultado. Para ser la primera vez, no quedaron del todo mal. ¡Y están muy buenos! Tendré que repetir para perfeccionar el arte del modelado y que me queden más monos
Ingredientes
125g de avellanas en polvo
125g de almendra en polvo
125g de azucar
2 huevos
1c de canela
Harina para rebozarlos
Aceite de oliva para freirlos
Azucar glas
MielPasos
Mezclar en un cuenco la avellana en polvo, la almendra, el azucar, los huevos batidos y la canela hasta obtener una pasta ligeramente pegajosa
Hacer pequeñas porciones parecidas a una croqueta.
Las rebozamos en harina y dejamos enfriar en la nevera hasta que la masa coja consistencia
En una sartén calentar dos dedos de aceite de oliva
Freir los mingolillos hasta que estén lijeramente dorados
Los sacamos y dejamos enfriar sobre papel de cocina, para que absorban el aceite
Una vez que estén totalmente frios, decorar con el azucar glas y la miel
Y ahora la mejor parte....a comer
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