La fruta confitada es aquella fruta que se cocina en almíbar para que pierda su humedad interior, con esto se consigue que se sature de azúcar lo cual evitará el crecimiento de microbios por lo que este tipo de fruta puede mantenerse mucho tiempo en buen estado.
Las frutas confitadas también pueden ser glaseadas o escarchadas. Ambos procesos consisten en darles un recubrimiento de azúcar a la fruta. Con el glaseado conseguimos un recubrimiento uniforme y liso mientras que con el el escarchado se consigue un aspecto de escarcha al solidificarse el azúcar sobre la fruta.
Yo he hecho la prueba con naranjas que son las más populares y las que más salida tienen como ingrediente y/o adorno de otros dulces y qué te voy a decir ..., están buenísimas, tanto que unas cuantas rodajas me las comí así, tal cual, no necesitan ningún acompañamiento.
Por si te animas, aquí te dejo la receta, son bien sencillas de preparar, lo único que se hace un poco más largo es el proceso de secado pero como en ese paso no hay que intervenir, sólo es cuestión de tener un poquito de paciencia.
TIPS:
Preparación: sin horno
Conservación: en un recipiente hermético INGREDIENTES:
600 g de naranjas de mesa, mejor si son ecológicas
1 kg de azúcar
agua
bicarbonato
MODO DE PREPARACIÓN:
Lavamos bien las naranjas y las cortamos en rodajas de unos 5 mm, más finas podrían romperse.
Ponemos en una cacerola 2,5 l de agua con una cucharadita de bicarbonato y cuando comience a hervir introducimos las rodajas de naranja.
Esperamos a que vuelvan a hervir y dejamos 5 minutos a fuego bajo para que no se deshagan.
Retiramos del fuego, sacamos del agua, escurrimos y aclaramos con agua fría para romper su cocción.
Dependiendo del amargor de las naranjas que utilicemos, será necesario repetir este proceso, con 2 o 3 veces será suficiente (yo lo he repetido 3 veces).
Preparamos un almíbar poniendo en una cacerola 1/2 l de agua y el azúcar.
Llevamos a ebullición y cuando comience a hervir agregamos las rodajas de naranja y cocemos durante una hora y media a fuego medio-bajo. De vez en cuando les damos las vuelta con mucho cuidado para que se empapen bien del almíbar.
Cuando estén cocidas pasamos a una rejilla y dejamos secar a temperatura ambiente un mínimo de 24 horas aunque dependiendo de la humedad que haya pueden tardar un poco más en secarse (yo las dejé varios días).
Cuando estén secas se guardan en un recipiente hermético poniendo papel vegetal entre unas rodajas y otras.
Se conservan a temperatura ambiente durante unos cuantos meses.
Por cierto, el almíbar de las naranjas es oro líquido así que ni se te ocurra tirarlo, se guarda en tarros de cristal y nos servirá para calar bizcochos.
A partir de aquí ya es cosa tuya decidir qué hacer con estas exquisiteces, a mi se me ocurren un montón de cosas.