Plátanos negros. O con manchitas. Plátanos que ya no huelen, sino que directamente te pegan un tortazo de aroma platanil cuando abres la nevera. Plátanos que poco a poco van dejando de ser, esperando el momento en el que los tires a la basura o hagas el sempiterno pan de plátano (que en casa solo me como yo). Plátanos, en resumidas cuentas, que están medio muertos y para los que no hay ninguna esperanza.
En una casa con tres pompones y un Ironman (el pomelo a partir de ahora es el Sr. Iron) siempre hay plátanos. Siempre. Es la fruta por excelencia, la que devoran todos, la que piden de postre, especialmente si queda Nutella.
Pero creo que en todas las casas sucede este fenómeno paranormal: cada cierto tiempo hay un racimo que por algún extraño motivo NO SE COME. No sé por qué ocurre (la semana siguiente vuelves a comprar plátanos y vuelven a desaparecer de la nevera por arte de magia), pero ocurre: hay plátanos malditos, como el templo.
Hasta ahora mi solución en esos casos era solo una: a la basura. Porque ya te he dicho que en casa el pan de plátano solo me lo como yo, y no me conviene. Si son solo plátanos manchados los chafo con un tenedor y les pongo un chorrito de miel (ñam!), pero los plátanos negros... esos morían siempre.
Peeeeeeero, para eso tenemos nuestro Nada en la nevera, ¿no? Cuando hace poco descubrí unos plátanos negrísimos detrás de un melón, decidí que había que coger el toro por los cuernos y encontrar algo que se comiera toda la familia y que nos solucionara un desayuno o una merienda o un apretón de esos de las dos de la mañana cuando miras capítulos repetidos de Modern Family mientras haces punto.
Y encontré una receta de brownie. Sí, sí, como lo lees. Brownie. Ese manjar de los dioses que debería ser ilegal de lo bueno que está. Ese pastel perfecto hasta en el nombre.
Le hice unos cuantos cambios para adecuarla a nuestros gustos e hice un par de pruebas. Pruebas que no duraron en la cocina ni medio día. De hecho, hay fotos porque conseguí esconder unos trocitos que fueron diligentemente devorados en cuanto dije: "Vale, ya está".
Pruébala y me cuentas. Te va a surgir el problema contrario: vas a tener ganas de que los plátanos se echen a perder...
BROWNIE DE PLÁTANO
Ingredientes secos:
-2 tazas de harina
-2 tazas de azúcar (a mí me gusta más con azúcar moreno)
-1 taza de cacao puro
-1 cucharadita de polvo de hornear
-1 pizca de sal
Ingredientes húmedos:
-3-4 plátanos muy maduros
-2 huevos
-1 taza de leche
-50 gramos de mantequilla fundida
-1 chorrito de esencia de vainilla (mejor si es casera)
Mezcla los ingredientes secos en un bol. En otro bol aplasta bien los plátanos maduros y mézclalos con el resto de los ingredientes húmedos.
Vierte los ingredientes húmedos sobre los secos y mezcla bien.
Prepara un molde de horno ancho (yo uso uno de pírex rectangular) forrándolo con papel de plata y untándolo de mantequilla para que el brownie no se pegue. Pon la masa en el molde y hornea durante media hora a 180 grados, o hasta que pinchándolo con un palo de brocheta, este salga completamente seco.
Puedes añadir también una taza de pepitas de chocolate o de frutos secos a la masa.