Receta de crema catalana sin azúcar

La crema catalana es un postre parecido a las natillas que, como su nombre indica, es típico en Cataluña. Yo hoy, como buena catalana enamorada de este postre, voy a enseñaros cómo hacer crema catalana sin azúcar

Desde pequeñita, la crema catalana siempre ha sido uno de mis postres favoritos. No sé si es por su textura cremosa, por el sabor a vainilla (que le pongo a un montón de cosas, porque me gusta un montón el toque que da la vainilla), porque me encantaba pedirla siempre que podía o por qué, pero me encanta.

Para mí, la crema catalana está a medio camino entre una crema pastelera y unas natillas. La diferencia por ejemplo con la crema pastelera de toda la vida, es que la crema catalana es más líquida y ligera. Por eso, es muy importante que le demos el punto de cocción correcto y controlemos muy bien las medidas de los ingredientes, para que no nos pasemos de espesa (si os pasa, la guardáis y la usáis de relleno para algo, la comida no se tira). Recordad también que, al llevar huevo, es una cremita bastante calórica, con lo que mirad bien lo que coméis el resto del día.

Seguro que vais leyendo y a la vez pensáis, “Yo no sé cómo va a hacer crema catalana sin azúcar, si justo una de las partes de la crema catalana es azúcar quemado“. Y tenéis razón, ¿cómo salgo yo de esta? Pues no os voy a engañar, el azúcar quemado, sin azúcar, no se puede hacer. Poner stevia o sucralosa y quemarlas con el soplete, como si fuera azúcar, no queda para nada bien, queda amarguísimo y no hay quien se lo coma. Solución: le he puesto encima un poquito de edulcorante, como almíbar, para que quede dulce y rico, y un poco de canela que le da el efecto visual del azúcar quemado.

Si os hace ilusión usar ese soplete que tenéis abandonado en la cocina, podéis quemar un poco la crema por encima (estaremos quemando la yema) para conseguir el tono quemado, pero con cuidado de no pasarnos. Con esto se crea una peliculita fina totalmente comestible, que podemos cubrir luego con el almíbar para que quede dulce y con un aspecto similar al de la crema catalana tradicional. De todas formas, yo soy partidaria de mantener las cosas simples y mi soplete se ha quedado en el armario bien guardadito.

Os dejo ya con la receta, ¡y espero que os guste tanto como a mí!

Información Nutricional

Cada ración de crema catalana sin azúcar contiene:

208,97 kcal

12,6 gr HC
Ingredientes:

1 litro de leche desnatada, 6 yemas de huevo, 1 cucharada de stevia o 2 cucharadas de sucralosa en polvo, 30gr de harina de maíz, La piel de medio limón (entera), La piel de media naranja (entera), 1 cucharadita de esencia de vainilla, Una ramita de canela

Instrucciones:

Ponemos la leche en un cazo a fuego medio, junto con la ramita de canela, la vainilla y las pieles de naranja y limón. Para que la piel de los cítricos no amargue, es muy importante que los lavemos bien y que no pongamos la parte blanca de la piel (yo el truco que uso es sacar la piel con un pelador, así me llevo solo la parte más superficial).

Infusionamos la leche durante por lo menos media hora, y hasta una hora si queréis que coja más sabor. Pasado este tiempo, subimos el fuego para hacerla hervir, y justo después la apartamos del fuego. Reservamos.

En un cuenco, batimos las yemas de huevo junto con la stevia, hasta que quede muy finito, sin ningún grumo.

Añadimos a las yemas la harina de maíz, tamizada y mezclando muy bien.

Volvemos a poner la leche a fuego medio, y añadimos en hilo y poco a poco la mezcla de yemas y harina, removiendo sin parar desde el principio, para evitar que espese demasiado rápido o que cuaje. Podéis utilizar una espátula de madera, van muy bien.

Cuando veamos que espesa un poco, apartamos el cazo del fuego y seguimos removiendo unos 10 minutos, para que se cocine con el calor residual. Si nos ha quedado algún grumito, colamos la crema para que el resultado tenga una textura impecable.

Servimos la crema en cuencos individuales y la dejamos enfriar en la nevera durante unas 4 horas. Aquí es muy típico servirla en barreños pequeños de barro

Para acabar, hacemos un almíbar con una cucharada de agua caliente, una punta de cucharada de stevia o sucralosa, y un pellizco de gelatina en polvo. Pintamos con el almíbar la crema ya fría, y decoramos con un poco de canela en polvo. ¡A comer!

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