Recuerdo cuando era niña y el único dulce que no miraba, ni de lejos, eran los típicos roscos de vino que había en todas las casas a las que iba en Navidad. Bien, hoy es uno de los que más me gustan. Así que como nunca me había animado a prepararlos en casa, este año no he dejado escapar un rato que tenía libre para hacerlos.
Lo bueno de este tipo de dulces es que no lleva mucho tiempo prepararlos, así que en un ratito libre a media tarde os ponéis a ello y los tenéis listos para degustar alguno con un vaso de leche antes de iros a dormir. Hacedme caso... merece la pena, mucho, prepararlos en casa.
Ingredientes280 gr de harina de trigo normal
300 gr de harina de fuerza
260 gr de manteca de cerdo ablandada
60 gr de azúcar glas
125 gr de vino moscatel
100 gr de avellanas tostadas
1 pizca de canela molida
1 cdta. de anís en grano
Azúcar glas para espolvorear
Extendemos la harina en una bandeja y la tostamos en el horno a 160º con aire el tiempo necesario para que empiece a coger un tono tostadito, ojo no la dejéis tostar demasiado que luego amarga. La dejamos enfriar por completo.
Trituramos las avellanas con cuidado de no pasarnos para que no empiecen a soltar su grasa.
Majamos el anís en un mortero, no hace falta que quede muy triturado.
Ponemos en un bol grande la manteca ablandada, el azúcar glas, el vino, la harina tostada, las avellanas y las especias. Mezclamos hasta obtener una masa homogénea que apenas debe pegarse a las manos. Envolvemos en film y dejamos reposar por lo menos 30 minutos.
Cuando la masa haya reposado, la extendemos sobre la mesa enharinada con un rodillo. La dejamos de un grosor de 1,5 cm, más o menos.
Con un vasito o cortapastas cortamos círculos de masa. Después les cortamos un agujerito en el centro con el descorazonador de manzanas.
Amasamos los recortes y volvemos a estirar y cortar hasta terminar con toda la masa.
Ponemos los roscos en papeles de hornear en la bandeja del horno. Los metemos al horno unos15 min a 170º hasta que empiecen a estar doraditos.
Los pasamos a una rejilla sin quitarlos del papel antes de que estén fríos. Y una vez se hayan enfriado del todo los pasamos por abundante azúcar glas.
Fuente: El invitado de invierno