Voramar, desayuno a orillas del Mediterráneo

Es la época perfecta para desayunar en la Cafetería del hotel Voramar (Benicasim). Un desayuno fantástico, con el añadido de las maravillosas vistas del mar Meditarráneo, tan cautivadoras y relajantes.

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Benicasim está de moda. Ya hace muchos años que sus festivales musicales le hacen salir en los telediarios. Es un destino de incondicionales. Cuando los visitantes conocen Benicasim siempre vuelven.  Y digo visitantes y no turistas a propósito. El turista es un observador; ve con asombro las diferencias culturales que existen en los lugares pero difícilmente es participe de ellas, los visitantes sí.

Benicasim  se puso de moda a principios del siglo pasado entre la burguesía y la intelectualidad, donde en sus lujosas villas se vivieron lujosísimas y licenciosas fiestas. Y en medio de todo ello, el Hotel Voramar.

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El escritor Manuel Vicent dedicó al hotel Voramar una novela, León de ojos verdes (Alfaguara, 2008), en la que una clienta de 13 años, llamada Brigitte Bardot, se empeña en bañarse en bikini a escondidas de sus padres. Manuel Vicent  recuerda sus veranos  en Benicasim, y especialmente sus estancias en el hotel Voramar, como los años mas felices de su vida.

El Voramar, además, tiene una gran relevancia histórica ya que sirvió de hospital militar  durante la Guerra  civil  y ha hospedado a una larga lista de personalidades políticas, militares y literarias.

En este encantador hotel se han alojado personajes tan ilustres como los escritores y periodistas estadounidenses Ernest Hemingway y John Dos Passos; el novelista francés André Malraux, el escritor y periodista soviético Ilya Herenburg, el dramaturgo Antonio Buero Vallejo o el poeta y dramaturgo Miguel Hernández. También militares y políticos como Josif Broz (el mariscal Tito), Clement Attlee o el doctor Juan Negrín.

Abrió sus puertas como balneario y café restaurante en 1930 y se reconvertió a hotel tres años después.

Sirvió también de plató de rodaje de  “Novio a la vista” (1953), de Luis García Berlanga, y “Segunda piel” (1999), de Gerardo Vera.

A pesar de su interesante historia, haber alojado a gente de tanto renombre, y ser un ” espacio emblemático de la historia y la cultura valenciana del siglo XX” en palabras del profesor Santiago Grisolía, el Voramar no es un sitio elitista, sino un lugar donde se recibe con cortesía y amabilidad a todo el mundo. Los visitantes locales no nos hospedamos en el Voramar pero si visitamos su restaurante y su cafetería siempre que tenemos ocasión, preferentemente huyendo de la temporada de verano cuando hay tantísima gente que es muy difícil encontrar una mesa.


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