No sabría decir porqué se decidió por ese país, uno de los países más peligrosos, con las etnias más enfrentadas y más violentas
Como enfermera, sentía que podía hacer mucho más de lo que hacía en el hospital
Pensar en aquellas personas que sufrían guerras y hambruna, le en cogía el corazón y la desesperaba
Fue un arrebato. Había llegado un punto en que seguir pensando en ello no le llevaba a ningún sitio, debía tomar una decisión y lo hizo
Lo que vivía cada día en aquella aldea era indescriptible
Sabía, por otros colegas, lo que se encontraría, pero lo primero que pensó es que había aterrizado en otro mundo
En un mundo silencioso, lleno de miradas tristes y enfermas. De personas que no pedían nada porque nunca habían tenido nada. Aceptaban la ayuda que se les ofrecía con gestos cargados de agradecimiento
Madres abrazadas a sus hijos moribundos, niños que ya no tenían fuerzas ni para derramar una solo lágrima
Los hombres habían desaparecido secuestrados o masacrados
Solo quedaban ancianos, mujeres y niños. Todos hambrientos, enfermos y sin esperanzas
Era tanto el trabajo y tan poca la ayuda material y humana
Alguien estaba poniendo a prueba a aquellas criaturas y también a los que llegaban pensando que podían cambiar algo
No era posible que hubiera personas en aquellas condiciones y lo más increíble que nadie hiciera nada, absolutamente nada
Aquellos meses le parecían años
En su cara también se había instalado la desesperanza y una tristeza difícil de sacudirse
Como cada día, se había levantado al alba para poder respirar hondo antes de empezar otro día duro
Llevaban días esperando unos medicamentos y otro equipo médico que no llegaban. Todas las manos eran pocas
Pero no llegaban. Toda la aldea estaba más tensa de lo habitual. No había noticias y eso era preocupante
Sentada en una silla, con una taza de café entre las manos, miraba hacia el horizonte
Aquella calma, acompañada de aquel olor intenso a café, se le antojaba el anuncio de algo importante e inesperado
Solo había dos opciones: la ayuda o la guerrilla
La primera para paliar lo inevitable, la segunda para acabar con todo
PD Cuento inspirado por Maite Escalante
INGREDIENTES
1 kg de anillas de calamares
1 pimiento verde
1 cebolla
1 puerro
1 zanahoria
1 diente de ajo
Vino blanco
1 rebanada de pan
2 cucharadas de tomate frito
200 ml de caldo de pescado (200 ml de agua + 1 pastilla de caldo de pescado)
Aceite
Pimienta
Sal
ELABORACIÓN
Cortar el pimiento, el puerro y la cebolla bien pequeños
Cortar la zanahoria en rodajas
Poner aceite en la cubeta
Menú Cocina
Tostar la rebanada de pan
Triturar y reservar
Sofreír la cebolla, la zanahoria y el puerro
Añadir el diente de ajo entero
Salpimentar ligeramente
Cuando todo esté bien sofrito, retirar el ajo
Añadir el tomate y el pimiento
Añadir los calamares
Cuando los calamares cambien de color, añadir un buen chorretón de vino
Dejar que se evapore el alcohol
Añadir el pan triturado
Mezclar bien
Añadir el caldo de pescado
Remover
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Menú Cocina 15
Espolvorear con perejil
Receta adaptada de la revista Love Cocina nº 58 pág. 62