Además de beberlos, podemos ver intensificado el placer de degustar estos refrescos derivados del té sabiendo catarlos correctamente. Muchos son los que piensan que este proceso de análisis es sólo propio de los vinos, pero en la Unión Española de Catadores (UEC) se analizan los olores, sabores y texturas de muchas más bebidas, entre las que se encuentran estos refrescos con té. Con unos sencillos pasos, podrás apreciar mucho mejor su sabor.
Las primeras ‘notas’
Lo normal es tomar un refresco de té bien frío, pues esa es su función. Pero el presidente de la AEC, Fernando Gurucharri, nos comenta que, para apreciar totalmente sus propiedades, su cata debe hacerse sin que esté “ni congelado ni a temperatura ambiente. Sólo tiene que estar fresco”. Después, conviene tener en cuenta varias cuestiones: desde la preparación y conservación de la bebida hasta la evaluación sensorial, pasando por cuidar el menaje en el que se va a servir, que puede ser determinanteLa preparación de la muestras no es otra cosa que tener en cuenta la conservación del refresco, la luz y el ambiente en general de donde se haga (debe ser lo más neutro posible). Además, es mejor realizar la cata en copas más o menos alargadas y translúcidas, trabajar con un mantel blanco, tener agua a mano y colines sin sabor para no confundir texturas entre prueba y prueba.
Evaluación sensorial
Es la parte principal. Dentro de ella destaca, en primer lugar, la fase visual. Es decir, echamos el refresco en la copa y vemos su apariencia. Hay que constatar tanto la intensidad del color, el grado de transparencia o el brillo. Desde la UEC comentan que también es importante en el caso de estos refrescos observar si el denominado gas de los refrescos aparece en la superficie de la copa o no.El siguiente paso es la fase olfativa. Para ello, cogemos la copa del extremo alargado, removemos un poco girando la copa o e introducimos la nariz en si interior para apreciar la intensidad del aroma y su calidad. Los expertos de la UEC comentan que esta fase será positiva si apreciamos tanto la materia prima base, en este caso el té, como los otros componentes que pueda tener (limón, melocotón u otros cítricos).
Por último, tenemos la fase gustativa donde se analiza la intensidad o fuerza del refresco de té, si es de calidad, el balance entre la infusión y el sabor añadido, la persistencia o sabor que deja en boca y el juicio global o la armonía existente entre la vista, el olfato y el gusto de ese refresco. Para los catadores esta evaluación sería numérica en una ficha estándar. Para los consumidores habituales de este refresco, la valoración consistente es hacer que un refresco derivado del té sea más consumido que otro de otra marca.
Siguiendo estas cuestiones, los amantes de este tipo de bebidas sabrán apreciar aún más todos los matices que las componen y harán que, seguramente, las disfruten mucho más cada vez que las consuman.