Antes de adentrarnos en razones de nutrición y salud debemos tener en cuenta que al consumir alimentos fuera de época estamos alterando el ciclo natural y recurriendo a una serie de procesos artificiales que repercutirán de manera negativa sobre el medio ambiente. Hay que tener presente la sabiduría de la madre naturaleza y la lógica con que nos ofrece sus alimentos justo en el momento en que más los necesitamos.
Vitamina C contra el invierno
Debido a la disponibilidad de frutas de la que hablamos, a todos nos parece lo más normal del mundo tomar un refrescante zumo de naranja en una calurosa tarde de verano. Pero refrescarnos no es ni mucho menos la función principal de esta fruta. Ya que, tanto ésta como la mandarina crecen de forma natural entre septiembre y abril aproximadamente. La naranja es la portadora más famosa de vitamina C o ácido ascórbico. Su fama es acertada, ya que, con medio vaso de zumo (suponiendo que las propiedades de la naranja sean óptimas) tomaremos suficiente vitamina C para todo el día.Los efectos que tiene sobre nuestro organismo son muchos. La vitamina C es, por ejemplo, un excelente antioxidante y previene, por tanto, el envejecimiento celular y la formación de tumores. Pero lo que más nos interesa de ella en esta época es que refuerza nuestro sistema inmunitario, ayudándonos a defendernos con éxito de las enfermedades respiratorias típicas en esta época. Las bajas temperaturas e incluso los bruscos cambios a los que nos exponemos al entrar y salir de las casas con calefacción debilitan nuestras defensas y por eso es importante que ayudemos a nuestro cuerpo con una buena alimentación.
La vitamina C se encuentra en cantidades importantes en muchas otras frutas. En todos los cítricos podemos encontrarla de forma abundante; en mandarinas, limones, pomelos, limas¿ Pero también son fuentes de esta vitamina las verduras (coles, coles de bruselas, coliflor¿) aunque existe un inconveniente en este caso, y es que, al comerse generalmente cocinadas perdemos las ventajas de la vitamina, que es destruida por el calor. La temperatura que alcanza la digestión de las comidas es elevada, por ello, es muy recomendable tomar la fruta en ayunas o con media hora de separación de una gran comida, para lograr una adecuada absorción de la vitamina C.
El kiwi ha de ser tenido en cuenta a la hora de buscar ácido ascórbico, ya que, su concentración es de las más elevadas. El resto de las frutas también contiene vitamina C, pero hay que consumir más cantidad para obtener la misma dosis que proporciona un cítrico o un kiwi. Además el ácido cítrico potencia la acción del ácido ascórbico.
La protección de betacarotenos
El consumo de vitamina A es también imprescindible en otoño e invierno porque, reviste y regenera la piel. Y con eso nos referimos también a la que recubre el interior de las vías respiratorias, ya que mantiene en buen estado las mucosas, lo que nos ayudará a evitar infecciones y a aliviar los síntomas provocados por éstas, como por ejemplo la tos.La zanahoria contiene la mayor concentración de esta vitamina y se encuentra en forma de betacaroteno, que nuestro intestino se encarga de convertir en vitamina A. Un indicativo de la presencia de betacaroteno en los alimentos es el color anaranjado-rojizo que les proporciona. Por ello las zanahorias, las calabazas, los pimientos y los tomates son grandes portadores. Aunque los dos últimos pertenecen a la temporada de verano.
También podemos encontrarla en verduras, donde su color no la delata debido a la presencia de otro pigmento, la clorofila. Éstas son las espinacas, las acelgas, las borrajas y las endibias entre otras, que encontramos con facilidad en el mercado en esta temporada.
Calmar la tos
Otro aspecto de los resfriados que se puede mejorar gracias a los alimentos es la expectoración o expulsión de flemas. Debemos comer ajo, cebolla y puerros para facilitar esta tarea a la tos, que resulta tan molesta en algunas ocasiones. Podemos ingerirla o simplemente pelar y abrir la verdura (es especialmente eficaz la cebolla) y respirar su aroma para despejar las vías respiratorias. Todas éstas, pero especialmente el ajo, tienen propiedades purificantes debido a su acción bactericida.Para calmar y suavizar la tos, es efectiva, además de las verduras nombradas, la borraja. En todos los casos es mejor la ingesta del alimento lo más crudo posible, para que conserve todas sus propiedades. No obstante, la vitamina A es la única de las nombradas que no se pierde en la cocción por lo que podemos elaborar ricos purés de zanahoria, calabaza y verduras cargados de ella.
Calorías contra el frío
Otra manera de obtener antioxidantes es en forma de vitamina E que está muy presente en los frutos secos. Éstos aparecen en otoño y duran todo el invierno. Son ricos en aceite y, en esta grasa es donde se almacena la vitamina.Pero los frutos secos desempeñan además, otra función que nos vienen muy bien en estos meses de frío. Debido a su gran contenido en calorías nos ayudan a mantener la temperatura corporal adecuada para que todo funcione correctamente a pesar de las bajas temperaturas exteriores.
En verano encontramos frutas que desempeñan un papel opuesto. El melón y la sandía, por ejemplo, poseen extraordinarias concentraciones de agua que nos ayuda a regular la temperatura corporal pero, a la inversa que en el invierno, refrigerando el organismo.
La aparición de los alimentos por épocas no es casualidad. Porque como hemos dicho al principio, la sabia madre naturaleza vela por nuestra salud. Esto debería proporcionarnos gran tranquilidad, ya que podemos estar seguros de llevar una dieta bastante saludable si hacemos uso de toda la variedad de alimentos naturales que se nos ofrece en cada época.