Una de las ventajas de la cocina de inducción es su eficiencia en el ahorro de energía puede llegar hasta el 70 por ciento, con respecto a otros sistemas tradicionales (gas o electricidad), pues en este caso el calor se genera se transfiere a un determinado recipiente de cocción, así como a su contenido. De este modo, no se pierde calor, alcanzándose un 90 por ciento de eficiencia, frente a los porcentajes mucho más modestos de la electricidad (47%) y el gas (40%), respectivamente.
A su vez, este mecanismo de campos magnéticos de la cocina de inducción facilita la limpieza de las placas de inducción, bastando pasar un paño húmedo, si bien exigen un menaje específico, pues hay algunos recipientes no aptos como las cazuelas de barro o de aluminio. Un problema que, sin embargo, no tenemos con el robot de cocina. Además de calentar más rápido, gastar menos y ser de fácil mantenimiento, los alimentos mantienen sus propiedades nutritivas al acortarse el tiempo de elaboración.
En el caso del robot de cocina, además, se controlan los tiempos por completo y, por otra parte, el cierre hermético de la tapa conserva mejor los sabores. La mayor seguridad es otro de sus puntos fuertes, evitando quemaduras, por ejemplo. Igualmente, durante el proceso de cocción, los reajustes de calor son casi instantáneos, sin olvidar justo lo contrario, pues la cocción por inducción no calienta la atmósfera circundante.
Por último, una vez finalizada la cocción, no hemos de preocuparnos de que el calor residual queme o simplemente pase la comida, otra ventaja que aumenta el confort y la comodidad.