Los motivos navideños son variadísimos y muy bonitos, pero esta vez me dejé llevar por la nostalgia. A uno de esos recuerdos de mi infancia, la preciosa historia de unos juguetes de Navidad. El infinitamente triste pero maravilloso cuento de El soldadito de Plomo, de Hans Christian Andersen.
Cuenta la historia de un valiente soldadito de plomo al que le falta una pierna, y se enamora rendidamente de una bella y delicada bailarina de juguete. Un soldado que sufre, en sus carnes de plomo, el desprecio de los que le rodean por ser diferente, por atreverse a soñar con la preciosa bailarina. Por dejar que su corazón vuele sin saber que, para otros, él no lo merece.
La vida del soldado es dura, hasta que acaba tristemente fundiéndose en el fuego de la chimenea. Pero mientras las llamas acaban con su vida, una corriente de aire arrastra a la bailarina junto a él. Al día siguiente, entre las cenizas sólo encontrarán un adorno de la bailarina y un pequeño corazón de plomo que las llamas no pudieron devorar.
De acuerdo, es un relato tan triste que parece que no va con Navidad. Pero es cierto que estas fechas abren una brechita en el alma, por la que se escapa la tristeza por los que ya no están. Por esas personas especiales y diferentes, por nuestros soldados de plomo.
Por eso, aunque triste, quiero que esta historia de galletas sea mi regalo de Navidad para todos vosotros. Por la belleza de un mensaje que me gusta recordar cada día: nadie podrá acabar con el corazón de los que se atrevan a soñar.
Y porque nosotros, tristes soldados de dos piernas, seguramente no alcanzaremos jamás a soñar tan alto como para lograr unir nuestra alma, para siempre ya, a la de una adorada bailarina de juguete.
Puedes ver todas las galletas de este reto especial en la página de EduTraining Mexico.